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20.03.2013 Views

SOFTWARE LIBRE: LA REVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA | Tanto el copyleft como la estrategia de oposición por construcción paralela fueron aciertos enormes, que permitieron al proyecto GNU construir una importante base de software libre, incluyendo las herramientas necesarias para desarrollar programas en forma distribuida, es decir, a través de la colaboración de varias personas sin más vínculo que su participación en el desarrollo, independientemente de su ubicación geográfica, afiliación a empresas u organizaciones. Cuando Internet comenzó a popularizarse a principios de los '90, tanto la cantidad de personas participando en el desarrollo como la de proyectos de software libre comenzó a crecer a un ritmo comparable al de la red misma. El software libre pudo capitalizar el crecimiento de la red con enorme eficacia gracias a que compartía con ella un tercer elemento de su estrategia: la descentralización radical. No hay estructuras centralizadas de coordinación ni control. Todo lo que una persona necesita hacer para sumarse a la comunidad de software libre es instalar software libre en su computadora. Todo lo que hace falta para iniciar un proyecto de software libre es publicarlo. Todo lo que hace falta para convertirse en un promotor de software libre es promoverlo. No es necesario pedir permiso a nadie, ni adherir a nada en particular, al punto que muchas contribuciones al software libre (entre ellas el célebre núcleo Linux) son lideradas por personas con documentadas reservas respecto de la filosofía subyacente al movimiento. Esta descentralización radical es eficaz, no necesariamente eficiente: la comunidad de software libre es conocida por su heterogeneidad, y por interminables peleas internas que cubren desde aspectos técnicos de los programas hasta discrepancias filosóficas, políticas, e incluso personales. No creo que sea razonable argumentar que es eficiente, por ejemplo, que el sistema GNU, que hasta hace poco tiempo carecía de una interfaz gráfica apta para usuarios finales, hoy tenga al menos cinco que compiten entre sí, y esta duplicación de esfuerzo es la regla, no la excepción: sean núcleos, navegadores de web, servidores de web, lectores de correo electrónico, bases de datos, o cualquier otra área de aplicación, es muy raro que haya un único proyecto de software libre cubriendo esa necesidad. Tampoco son eficientes los enfrentamientos internos o de ego. Sin embargo, son el precio inevitable de la descentralización extrema, que aporta muchas ventajas. El bajo umbral de entrada para participar en la comunidad significa, en un mundo en red, que muchas personas lo cruzarán, y aportarán al menos algo al movimiento, y ese aporte es automáticamente sometido a un proceso casi darwiniano: si es bueno, probablemente mucha otra gente lo adoptará, si no lo es, se estancará y se perderá en el olvido. La gran cantidad de gente que aporta, aunque sea poco, junto con el concepto de copyleft resuelven a su vez el problema de la eficiencia: no necesitamos ser eficientes si tenemos gran capacidad de trabajo y en realidad todos nos beneficiamos con el trabajo de todos. Incluso los disensos internos y la constante disputa por la preponderancia en el ámbito del software libre juega a favor del software libre en al menos un sentido: al no haber un liderazgo claro e indiscutido, al no existir una línea rígida de coordinación o siquiera de representación, el software libre se vuelve muy difícil de atacar institucionalmente. No 111

112 | ARGENTINA COPYLEFT existe ninguna persona, ninguna organización, ningún proyecto particular que sea esencial al software libre. No hay nada que una corporación pueda comprar, demandar o arruinar para ganar control del software libre, a menos que pueda hacer algo por el estilo con todos los usuarios de software libre al mismo tiempo. La fórmula del éxito del software libre no es necesariamente fácil de traducir a otros movimientos. El software en sí tiene características particulares que hicieron que esta estrategia fuera efectiva: a diferencia del agua y la tierra, el software es intangible y fácilmente reproducible; a diferencia de la ingeniería genética, el conocimiento necesario para programar es relativamente fácil de adquirir y un error de programación es fácil de “deshacer”; la naturaleza no rival del software hizo posible la estrategia de construcción alternativa que en otros campos no es posible. Aún así, es posible que en esta estrategia haya elementos que puedan ser apropiados por otros movimientos, adaptándolos a su propio terreno. Es lo que está intentando hacer el movimiento de cultura libre, o el de redes libres, o el fenómeno relativamente reciente de re-enmarcar conflictos en el concepto de bienes comunes, como lo vienen haciendo algunas personas desde el movimiento ecologista, de agricultores campesinos, de acceso a la medicina y al conocimiento. Referencias * Fundación Vía Libre 1. Se conoce como “lock-in” a los mecanismos empleados por los productores de software para impedir que sus clientes dejen de usar sus programas. Una estrategia de “lock-in” muy común es guardar los datos del usuario en archivos cuya codificación es un secreto del proveedor. Así, si el usuario deja de usar el programa, corre riesgo de perder acceso a sus propios datos.

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Tanto el copyleft como la estrategia de oposición por construcción<br />

paralela fueron aciertos enormes, que permitieron al proyecto GNU<br />

construir una importante base de software libre, incluyendo las herramientas<br />

necesarias para desarrollar programas en forma distribuida, es<br />

decir, a través de la colaboración de varias personas sin más vínculo<br />

que su participación en el desarrollo, independientemente de su ubicación<br />

geográfica, afiliación a empresas u organizaciones. Cuando Internet<br />

comenzó a popularizarse a principios de los '90, tanto la cantidad de<br />

personas participando en el desarrollo como la de proyectos de software<br />

libre comenzó a crecer a un ritmo comparable al de la red misma.<br />

El software libre pudo capitalizar el crecimiento de la red con enorme<br />

eficacia gracias a que compartía con ella un tercer elemento de su<br />

estrategia: la descentralización radical. No hay estructuras centralizadas<br />

de coordinación ni control. Todo lo que una persona necesita hacer<br />

para sumarse a la comunidad de software libre es instalar software libre<br />

en su computadora. Todo lo que hace falta para iniciar un proyecto<br />

de software libre es publicarlo. Todo lo que hace falta para convertirse<br />

en un promotor de software libre es promoverlo. No es necesario pedir<br />

permiso a nadie, ni adherir a nada en particular, al punto que muchas<br />

contribuciones al software libre (entre ellas el célebre núcleo Linux) son<br />

lideradas por personas con documentadas reservas respecto de la filosofía<br />

subyacente al movimiento.<br />

Esta descentralización radical es eficaz, no necesariamente eficiente:<br />

la comunidad de software libre es conocida por su heterogeneidad, y<br />

por interminables peleas internas que cubren desde aspectos técnicos<br />

de los programas hasta discrepancias filosóficas, políticas, e incluso personales.<br />

No creo que sea razonable argumentar que es eficiente, por<br />

ejemplo, que el sistema GNU, que hasta hace poco tiempo carecía de una<br />

interfaz gráfica apta para usuarios finales, hoy tenga al menos cinco que<br />

compiten entre sí, y esta duplicación de esfuerzo es la regla, no la excepción:<br />

sean núcleos, navegadores de web, servidores de web, lectores de<br />

correo electrónico, bases de datos, o cualquier otra área de aplicación,<br />

es muy raro que haya un único proyecto de software libre cubriendo<br />

esa necesidad.<br />

Tampoco son eficientes los enfrentamientos internos o de ego. Sin<br />

embargo, son el precio inevitable de la descentralización extrema, que<br />

aporta muchas ventajas. El bajo umbral de entrada para participar en la<br />

comunidad significa, en un mundo en red, que muchas personas lo cruzarán,<br />

y aportarán al menos algo al movimiento, y ese aporte es automáticamente<br />

sometido a un proceso casi darwiniano: si es bueno,<br />

probablemente mucha otra gente lo adoptará, si no lo es, se estancará y<br />

se perderá en el olvido. La gran cantidad de gente que aporta, aunque<br />

sea poco, junto con el concepto de copyleft resuelven a su vez el problema<br />

de la eficiencia: no necesitamos ser eficientes si tenemos gran capacidad<br />

de trabajo y en realidad todos nos beneficiamos con el trabajo de<br />

todos.<br />

Incluso los disensos internos y la constante disputa por la preponderancia<br />

en el ámbito del software libre juega a favor del software libre<br />

en al menos un sentido: al no haber un liderazgo claro e indiscutido, al<br />

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el software libre se vuelve muy difícil de atacar institucionalmente. No<br />

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