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104<br />

| ARGENTINA COPYLEFT<br />

que sentía afectados sus intereses, lo que vuelve dudosa (o al menos<br />

cuestionable) cuál es el rol del autor. ¿Quiere el autor, en efecto, concederle<br />

a sus editores o a las sociedades gestoras de derechos, la posibilidad<br />

de perseguir a estudiantes, docentes e investigadores<br />

universitarios? La respuesta es un abrumador no[21]. Al autor lo que le<br />

interesa es ser difundido, y en muchos casos, son relativamente escasos<br />

los autores que viven de lo que publican[22]. Los autores por lo general<br />

sólo cobran un 10% en concepto de derecho de autor; el 90% restante se<br />

distribuye entre costos de impresión (generalmente tercerizados), la distribución<br />

y las ganancias del editor.<br />

Viejos sueños, nuevos desaparecidos<br />

Es un error creer que los estudiantes universitarios disfrutan de las<br />

fotocopias, al contrario de lo que muchas veces parecieran pensar las<br />

sociedades gestoras de derechos. Pero el precio de los libros, y el costo<br />

total de lo que podría llegar a ser una materia si se adquirieran todos los<br />

libros necesarios para la cursada, en el supuesto caso de que este material<br />

pudiera conseguirse en la Argentina, sería imposible de sortear. Los<br />

estudiantes quieren libros, pero es imposible acceder a todos ellos en el<br />

tiempo en que se los necesita, debido pura y exclusivamente a los altos<br />

costos de los mismos.<br />

En una época no tan lejana, un señor llamado Boris Spivacow pergeñó<br />

una frase que quedaría para la historia grabada en el imaginario<br />

de quienes amamos, disfrutamos y compartimos libros: “un libro al precio<br />

de un kilo de pan”. Spivacow fue el fundador, en el año 1957, de la<br />

Editorial Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA, y trabajó durante muchos<br />

años en el Centro Editor de América Latina, CEDAL. EUDEBA y<br />

CEDAL fueron pioneras en publicar libros de alta calidad y bajo costo,<br />

permitiendo la inclusión de nuevos actores en el panorama académico y<br />

de una relación más estrecha entre universidad y sociedad, mediante<br />

las excelentes prolongaciones hechas a las diferentes colecciones que sacaba,<br />

por ejemplo, el CEDAL.<br />

A ese sueño de democratizar el acceso a los libros Spivacow, se dedicó<br />

durante buena parte de su vida, cuando ni la fotocopiadora ni la Internet<br />

existían. Durante la dictadura militar, EUDEBA fue desmantelada<br />

casi en su totalidad[23], y el CEDAL corrió una suerte similar. Al regreso<br />

de la democracia el CEDAL tuvo un fuerte giro político hacia el radicalismo,<br />

y durante los años 90 tanto EUDEBA como CEDAL iban a mirar con<br />

tristeza sus pasadas décadas de oro; esta última lo haría hasta desaparecer.<br />

Actualmente, las sociedades gestoras de derechos se dedican a la<br />

misma actividad de bibliocastia cometida por las dictaduras; así como<br />

las dictaduras censuran lo que no entienden, la CAL y el CADRA se dedican<br />

a hostigar, amenazar, cerrar sitios y perseguir estudiantes y docentes,<br />

simplemente porque no aceptan dejar de ser las dueñas del<br />

mercado. Al igual que el CEDAL, los lectores, estudiantes, docentes,<br />

amantes, disfrutadores y prestadores de libros, sufriremos el mismo<br />

destino si las leyes actuales de monopolio de copia no se modifican, de<br />

algún modo, en favor del derecho a leer.

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