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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Llenad la mente de la verdad, 29 de enero<br />

Por medio de las cuales <strong>nos</strong> ha dado preciosas y grandísimas promesas,<br />

para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina,<br />

habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la<br />

concupiscencia. 2 Pedro 1:4.<br />

Llenar la mente de la verdad divina es el deber de cada hijo de <strong>Dios</strong>; y<br />

mientras más lo haga, tendrá más fortaleza y claridad de mente para captar<br />

las cosas profundas de <strong>Dios</strong>. Y en la medida que los principios de verdad se<br />

desarrollan en su vida diaria, será hecho cada vez más serio y vigoroso.<br />

Lo que bendecirá a la humanidad es la vida espiritual. El que está en armonía<br />

con <strong>Dios</strong>, dependerá constantemente de él para obtener fortaleza. “Sed vosotros<br />

perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. La obra<br />

de nuestra vida debería consistir en avanzar constantemente para alcanzar la<br />

perfección del carácter cristiano, esforzándo<strong>nos</strong> siempre por conformar<strong>nos</strong> a la<br />

voluntad de <strong>Dios</strong>. Los esfuerzos iniciados en la tierra continuarán por toda la<br />

eternidad. Los adelantos hechos aquí <strong>nos</strong> pertenecerán cuando entremos en la<br />

vida futura.<br />

Los que son participantes de la humildad, la pureza y el amor de Cristo, se<br />

gozarán en <strong>Dios</strong>, y esparcirán luz y alegría a todo su alrededor. El pensamiento<br />

de que Cristo murió para conseguir<strong>nos</strong> el don de la vida eterna, basta para poner<br />

de manifiesto en nuestro corazón la gratitud más sincera y ferviente, y obtener<br />

de nuestros labios la alabanza más entusiasta. Las promesas de <strong>Dios</strong> son ricas,<br />

plenas y gratuitas. Cualquiera que, en la fortaleza de Cristo, cumpla con los<br />

requisitos, podrá reclamar estas promesas con toda su riqueza de bendición como<br />

propias. Y al recibir abundante provisión del almacén de <strong>Dios</strong>, podrá, en el viaje<br />

de la vida, “andar como es digno del Señor, agradándole en todo”, bendiciendo<br />

a sus semejantes y honrando a <strong>Dios</strong> con su ejemplo piadoso. Mientras nuestro<br />

Salvador previene a sus seguidores con la advertencia: “Sin mí nada podéis<br />

hacer”, ha unido a ella para nuestro estímulo la grata seguridad de que “el que<br />

está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto”. *<br />

* Año bíblico: Éxodo 34-36.<br />

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