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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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La abundante cosecha de un pequeño acto, 27 de noviembre<br />

Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas... Entonces llamando a sus<br />

discípulos, les dijo: De cierto os digo que... todos han echado de lo que les<br />

sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.<br />

Marcos 12:42-44.<br />

Según las leyes de <strong>Dios</strong> que rigen en la naturaleza, el efecto sigue a la<br />

causa con invariable seguridad. La siega es un testimonio de la siembra. Aquí<br />

no hay simulación posible. Los hombres pueden engañar a sus semejantes y<br />

recibir alabanza y compensación por un servicio que no han prestado. Pero en la<br />

naturaleza no puede haber engaño. La cosecha dicta sentencia de condenación<br />

para el agricultor infiel. Y en un sentido superior, esto se aplica también al campo<br />

de lo espiritual. El mal triunfa aparentemente, pero no en realidad. El niño que<br />

por jugar falta a clase, el joven perezoso para estudiar, el empleado o aprendiz<br />

que no cuida los intereses de su patrón, el hombre que en cualquier negocio o<br />

profesión es infiel a sus responsabilidades más elevadas, puede jactarse de que<br />

mientras la falta permanezca oculta obtiene ciertas ventajas. Pero no es así; se<br />

engaña a sí mismo. El carácter es la cosecha de la vida, y determina el destino<br />

tanto para esta vida como para la venidera.<br />

La cosecha es la reproducción de la semilla sembrada. Toda semilla da<br />

fruto “según su género”. Lo mismo ocurre con los rasgos de carácter que<br />

fomentamos. El egoísmo, el amor propio, el engreimiento, la complacencia<br />

propia, se reproducen, y el final es desgracia y ruina... El amor, la simpatía y la<br />

bondad dan fruto de bendición, una cosecha imperecedera.<br />

¡Qué actos de amor ha inspirado, a través de los siglos, el recuerdo del vaso<br />

de alabastro roto para ungir a Cristo! ¡Cuántas ofrendas ha ganado para la causa<br />

del Salvador la contribución de “dos blancas, o sea un cuadrante” (Marcos<br />

12:42), hecha por una pobre viuda anónima!...<br />

“El que siembra generosamente, generosamente también segará”. 2 Corintios<br />

9:6. Al esparcir la semilla, el sembrador la multiplica. Del mismo modo, al<br />

compartir con otros, aumentamos nuestras bendiciones. La promesa de <strong>Dios</strong><br />

asegura abundancia, para que podamos seguir dando.<br />

Más aún: al impartir bendiciones en esta vida, la gratitud del que las recibe<br />

prepara el corazón para recibir la verdad espiritual y se produce una cosecha<br />

para vida eterna. *<br />

* Año bíblico: 2 Corintios 5-7.<br />

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