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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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[319]<br />

Por medio de la justicia de Cristo podemos guardar la ley de<br />

<strong>Dios</strong>, 5 de noviembre<br />

Gloria y hermosura es su obra, y su justicia permanece para siempre.<br />

Salmos 111:3.<br />

Un rayo de la gloria de <strong>Dios</strong>, un destello de la pureza de Cristo que penetra<br />

en el alma, muestra cada mancha de contaminación con dolorosa claridad, y deja<br />

desnuda la deformidad y los defectos del carácter humano. ¿Cómo puede alguno<br />

que es traído ante la santa norma de la ley de <strong>Dios</strong>, la que pone en evidencia<br />

los motivos malos, los deseos no santificados, la infidelidad del corazón, la<br />

impureza de labios, y que desnuda la vida, jactarse de santidad? Sus actos de<br />

deslealtad al anular la ley de <strong>Dios</strong> son expuestos a su vista, y su espíritu es<br />

sacudido y afligido bajo las escrutadoras influencias del Espíritu de <strong>Dios</strong>. Se<br />

detesta a sí mismo al ver la grandeza, la majestad, la pureza sin mancha del<br />

carácter de Jesucristo.<br />

Cuando el Espíritu de Cristo conmueve el corazón con su maravilloso poder<br />

despertador, hay un sentido de deficiencia en el alma que lleva a la contrición de<br />

la mente y a la humillación del yo, antes que a la orgullosa jactancia de lo que se<br />

ha logrado. Cuando Daniel fue testigo de la gloria y de la majestad que rodeaba<br />

al mensajero celestial que fue enviado a él, exclamó al describir la maravillosa<br />

escena: “Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí,<br />

antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno”. Daniel<br />

10:8.<br />

El alma que es así tocada nunca se envolverá en justicia propia o en una<br />

pretenciosa apariencia de santidad; antes odiará su egoísmo, aborrecerá su amor<br />

a sí misma y buscará, por medio de la justicia de Cristo, esa pureza de corazón<br />

que está en armonía con la ley de <strong>Dios</strong> y el carácter de Cristo...<br />

Exclamará, con humilde semblante y labio vacilante: “El me amó. Se dio<br />

a sí mismo por mí. Se hizo pobre para que yo, por su pobreza, pudiera ser<br />

hecho rico. El varón de dolores no me despreció, sino que derramó su amor<br />

inagotable y redentor para que mi corazón pudiera ser hecho limpio; y me<br />

ha traído de vuelta a la lealtad y la obediencia a todos sus mandamientos. Su<br />

condescendencia, su humillación, su crucifixión, son los milagros culminantes<br />

de la maravillosa manifestación del plan de salvación... Todo lo hizo para que<br />

sea posible impartirme su propia justicia, para que yo pueda cumplir la ley que<br />

he transgredido. Por esto lo adoro. Y proclamaré de él a todos los pecadores”. *<br />

* Año bíblico: Juan 19-21.<br />

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