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Dios nos Cuida (1991) - Ellen G. White Writings

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Soledad indescriptible, 13 de agosto<br />

He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo. Isaías<br />

63:3.<br />

Durante su niñez, su juventud y su edad viril, Jesús anduvo solo. En su<br />

pureza y fidelidad, pisó solo el lagar, y ninguno del pueblo estuvo con él. Llevó<br />

el espantoso peso de la responsabilidad de salvar a los hombres. Sabía que a<br />

me<strong>nos</strong> que hubiese un cambio definido en los principios y los propósitos de la<br />

familia humana, todos se perderían. Era esto lo que pesaba sobre su alma, y<br />

nadie podía apreciar esa carga que descansaba sobre él.<br />

Durante toda su vida, su madre y sus herma<strong>nos</strong> no comprendieron su misión.<br />

Ni aun sus discípulos lo comprendieron. Había morado en la luz eterna, siendo<br />

uno con <strong>Dios</strong>, pero debía pasar en la soledad su vida terrenal. Como uno<br />

de <strong>nos</strong>otros, debía llevar la carga de nuestra culpabilidad y desgracia. El Ser<br />

sin pecado debía sentir la vergüenza del pecado. El amante de la paz debía<br />

habitar con la disensión, la verdad debía morar con la mentira, la pureza con la<br />

vileza. Todo el pecado, la discordia y la contaminadora concupiscencia de la<br />

transgresión torturaban su espíritu.<br />

Debía hollar la senda y llevar la carga solo. Sobre Aquel que había depuesto<br />

su gloria y aceptado la debilidad de la humanidad, debía descansar la redención<br />

del mundo. El lo veía y sentía todo, pero su propósito permanecía firme. De su<br />

brazo dependía la salvación de la especie caída, y extendió su mano para asir la<br />

mano del Amor omnipotente.<br />

La soledad de Cristo, separado de las cortes celestiales, viviendo la vida<br />

de los seres huma<strong>nos</strong>, nunca fue comprendida ni apreciada por sus discípulos<br />

como debiera haberlo sido... Cuando ya no estaba con ellos y se sintieron en<br />

verdad como ovejas sin pastor, empezaron a ver cómo hubieran podido hacerle<br />

atenciones que hubieran infundido alegría a su corazón...<br />

La misma necesidad es evidente en nuestro mundo de hoy. Son pocos los<br />

que aprecian todo lo que Cristo es para ellos. Si lo hicieran, expresarían el gran<br />

amor de María, ofrendarían libremente el ungüento, y no lo considerarían un<br />

derroche ver. Mateo 26:6-13. Nada tendrían por demasiado costoso para darlo a<br />

Cristo, ningún acto de abnegación o sacrificio personal les parecería demasiado<br />

grande para soportarlo por amor a él. *<br />

* Año bíblico: Jeremías 10-13.<br />

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