Para conocer las sectas
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Aestas alturas del libro, habrá podido observarse<br />
de manera inequívoca <strong>las</strong> dificultades<br />
que comporta nuestro tema. A la dificultad inherente<br />
en todo grupo para re<strong>conocer</strong>se como «secta»<br />
debe añadirse la multiplicidad de manifestaciones<br />
sectarias -tan variadas como desiguales—, por lo<br />
que resulta extremadamente complejo llegar a establecer<br />
una definición aplicable a todas y cada una<br />
de <strong>las</strong> <strong>sectas</strong>. En el capítulo 1 recogíamos un vasto<br />
panorama de definiciones-descripciones que permiten<br />
vislumbrar la complejidad del tema.<br />
A estas dificultades habrá que sumar los varios<br />
intentos realizados para sustituir el término «secta»,<br />
con tantas reminiscencias negativas, por nuevos<br />
nombres más respetuosos y justos con la identidad<br />
que reclaman para sí tales grupos. Intentos que<br />
han tenido sólo cierto éxito entre los especialistas,<br />
pero que no han llegado todavía a ser asumidos por<br />
los medios de comunicación social y, muchas veces,<br />
ignorados por la inmensa mayoría de los ciudadanos.<br />
Hay por último otro escollo no pequeño que suele<br />
expresarse en algunos ambientes. ¿Quién y bajo<br />
qué criterios puede imponer con autoridad el baremo<br />
para calificar como «<strong>sectas</strong>» a determinados<br />
grupos?; ¿a quién se ha dado potestad para definir<br />
el grado de peligrosidad de algunas <strong>sectas</strong>?; ¿es<br />
acaso el Estado juez supremo para juzgar sobre la<br />
3<br />
Tipología<br />
de <strong>las</strong> <strong>sectas</strong> y NMR<br />
religiosidad de grupos que se califican a sí mismos<br />
como religiosos? Y en el caso de que deba ser la<br />
Iglesia, ¿qué Iglesia está autorizada para ello?; ¿la<br />
más antigua?; ¿la que tiene mayor número de fieles?...<br />
Nos movemos en un terreno particularmente<br />
ambiguo, no exento del peligro de la subjetividad.<br />
Vale la pena declarar lealmente la dificultad real<br />
que implica una aproximación objetiva, y umversalmente<br />
válida, al problema sectario.<br />
Pero una declaración sobre la problematicidad<br />
no puede desembocar en un estéril relativismo, como<br />
si todo fuese igual y cualquier grupo religioso<br />
poseyese la misma credibilidad objetiva. Tanto desde<br />
el punto de vista sociológico como desde una<br />
perspectiva confesional (sea católica o evangélica)<br />
se han ofrecido diferentes criterios para poder emitir<br />
un juicio creíble sobre <strong>las</strong> <strong>sectas</strong>. Pero un juicio<br />
creíble —habrá que re<strong>conocer</strong>lo- para aquellos que<br />
aceptan los postulados sociológicos de tal escuela o<br />
de determinado autor, o para los miembros que<br />
pertenecen a alguna Iglesia cristiana. Sólo la fuerza<br />
de la argumentación y la racionalidad de <strong>las</strong> explicaciones<br />
gozarán de una autoridad universal reconocida,<br />
más allá de los círculos en que se emiten<br />
estos juicios.<br />
Interesa abordar en este capítulo un tema especialmente<br />
delicado. Es el de la tipología de <strong>las</strong> sec-<br />
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