Para conocer las sectas
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autores —defensores del derecho a la libertad religiosa—<br />
que han intuido el peligro que se encierra<br />
implícitamente en el simple hecho de calificar como<br />
«<strong>sectas</strong>» a ciertos grupos conflictivos, muchos<br />
de los cuales -por haber cometido hechos delictivos—<br />
tienen querel<strong>las</strong> delante de los tribunales.<br />
Contados autores han sido capaces del discernimiento<br />
necesario para no involucrar a todos los<br />
grupos religiosos marginales cuando se habla del<br />
«peligro» y de la «problemática» de algunos de<br />
ellos. Parece muy oportuna la afirmación de Pierre<br />
Lanares cuando escribe:<br />
«Lejos de nosotros el intento de minimizar la malicia<br />
de ciertas <strong>sectas</strong>; lo que importa es hablar con<br />
discernimiento. De la espantosa matanza de la<br />
Guayana es fácil pasar a la idea general de que toda<br />
secta es violenta y peligrosa» 28 .<br />
Y Alain Woodrow dice por su parte:<br />
«No se trata de negar la nocividad de ciertas <strong>sectas</strong>;<br />
por el contrario, pero la caza de brujas desplegada<br />
contra <strong>las</strong> <strong>sectas</strong> sin discriminación es causa de<br />
que se haya puesto en cuarentena el fenómeno que se<br />
pretende combatir, hecho que a la postre resulta ambiguo»<br />
29 .<br />
Parece, por tanto, cuestionable usar indiscriminadamente<br />
la dicotomía «Iglesia-secta». Sociólogos<br />
modernos advierten -ya se ha recordado— que tal<br />
dicotomía es científicamente inadecuada. Por ello<br />
se está creando una multiplicidad de términos que<br />
maticen más a la hora de designar el amplio y<br />
diverso abanico de <strong>las</strong> agrupaciones religiosas. Unir<br />
en un mismo apartado a la Sociedad de los Amigos<br />
(Cuáqueros) y al Ejército de Salvación, o incluso a<br />
los Testigos de Jehová (secta en sentido clásico),<br />
junto a Los Niños de Dios (Familia del Amor) o a la<br />
Misión de la Luz Divina, resulta, cuando menos,<br />
ambiguo e injusto.<br />
De ahí la necesidad del uso de otros términos<br />
28 Pierre Lanares, Sectas y Nuevas Religiones: Conciencia y<br />
Libertad 5 (1984) 59-70; el texto en 64.<br />
29 Alain Woodrow, Les nouvelles sedes, Seuil, París 1977; La<br />
liberté á quelprix: Le Monde (12 febrero 1981) 1 y 19; citado en J.<br />
Bosch, Els «Nous Cuites» entre nosaltres: Qüestions de Vida Cristiana<br />
127(1985)31-32.<br />
que se van abriendo camino entre los sociólogos, e<br />
incluso entre los especialistas de <strong>las</strong> Iglesias, aunque<br />
a corto plazo parece difícil su aceptación por<br />
parte de los MCS y su entrada en el lenguaje corriente.<br />
Siendo conscientes de la dificultad terminológica,<br />
hemos empleado en el título de esta obra el<br />
término «secta» en su sentido más amplio: <strong>Para</strong><br />
<strong>conocer</strong> <strong>las</strong> <strong>sectas</strong>, pero a sabiendas de que a lo largo<br />
del libro se debía matizar la multiplicidad y diversidad<br />
de los grupos religiosos marginales. De ahí<br />
que se haga necesario ahora describir tres de los<br />
términos que se emplean más comúnmente por los<br />
especialistas: «culto», «Nuevo Movimiento Religioso»<br />
y «secta destructiva».<br />
• Culto<br />
El término «culto» {Cult, o New Culi) es de origen<br />
anglosajón, se emplea exclusivamente en su área<br />
lingüística y se refiere a un cierto tipo de la familia<br />
sectaria. Aunque algunos especialistas matizan<br />
unos u otros aspectos del «culto» —tendremos ocasión<br />
de analizarlo en el capítulo tercero-, vale la<br />
pena retener ahora sus elementos genéricos más<br />
comúnmente empleados.<br />
El «culto» es una forma privada de religiosidad<br />
grupal, inserta en cierta tradición de misticismo,<br />
que viene a satisfacer <strong>las</strong> necesidades o deseos individuales<br />
de espiritualidad, despreocupándose del<br />
orden social. Carece de estructuras organizativas,<br />
de líderes carismáticos y da especial énfasis a <strong>las</strong><br />
formas espontáneas de relación. El «culto» no pretende<br />
preservar <strong>las</strong> formas tradicionales de ningún<br />
credo anterior y, en este sentido, no ha roto con la fe<br />
tradicional. Es, pues, creador de tradición independiente<br />
e innovadora. Está expuesto, lógicamente, a<br />
una más rápida disolución que <strong>las</strong> otras formas<br />
sectarias, ya que carece de <strong>las</strong> mínimas estructuras<br />
que hacen perdurar a todo grupo humano. J. Francois<br />
Mayer lo define así:<br />
«Culto es el resultado de una innovación, más que<br />
de una separación, y designa un grupo que se encuentra<br />
netamente fuera de la corriente religiosa dominante.<br />
Definido desde la perspectiva cristiana, un<br />
"culto" se distinguirá por el recurso a autoridades<br />
fuera de <strong>las</strong> Escrituras... Algunos sociólogos recurren<br />
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