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hecho, los disparos de los piratas durante el ataque al buque cisterna Takayama<br />

en abril de 2008 en el golfo de Adén alcanzaron a los tanques de combustible<br />

y parte del crudo se derramó en el mar.<br />

La piratería somalí sí ha demostrado ser una <strong>amenaza</strong> para el reparto de<br />

ayuda humanitaria del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (WFP). Más<br />

de tres millones de somalíes (uno de cada tres) dependen de esta ayuda que<br />

llega en un 90% por mar. Seis cargueros contratados por el WFP han sido atacados<br />

desde 2005 y cuatro de ellos fueron secuestrados. La ONU se vio obligada<br />

a reconducir la ayuda por tierra desde Kenia hacia el sur de Somalia con<br />

un coste notablemente mayor (Potgieter, 2008). Desde 2008 los cargueros son<br />

escoltados por buques de guerra y no se ha producido ningún secuestro más.<br />

Sin embargo, siguen presentes los problemas para hacer llegar los alimentos<br />

al interior de Somalia y, por ejemplo, la distribución en Mogadiscio se ha visto<br />

afectada por las luchas de poder, incluso, entre responsables gubernamentales.<br />

La piratería somalí también parece involucrada con otras actividades delictivas.<br />

Parte del dinero de los rescates podría estar utilizándose para hacer<br />

llegar más armas a las bases piratas. También se ha reportado que algunas<br />

de las embarcaciones utilizadas por los piratas podrían estar sirviendo para<br />

transportar refugiados e inmigrantes económicos de Somalia a Yemen y que volverían<br />

cargadas de armas desde la otra orilla del golfo de Adén (Ploch, 2011).<br />

Asimismo, consideramos que puede ser un foco más de inseguridad para<br />

Somalia el hecho de que la riqueza acumulada por los millones de dólares de<br />

los rescates en manos de unas pocas personas y en un país tan pobre aumente<br />

la influencia de las mismas ante las autoridades del país. Esto podría socavar<br />

aún más la legitimidad del poder local. Según Chebli (2009), los señores de la<br />

guerra somalíes se están enriqueciendo gracias a la parte que obtienen de los<br />

beneficios de la piratería, que les permite comprar más armas y pagar a sus<br />

soldados, lo que alimenta, a su vez, el conflicto interno.<br />

Por otra parte, los actos de piratería no solo han generado damnificados sino<br />

también beneficiados indirectos de su actuación. Como señala Bateman (2010),<br />

las aseguradoras han visto incrementadas las primas que paga la industria y<br />

las empresas de seguridad privada han encontrado en la protección de los<br />

mercantes y pesqueros un nicho de negocio que apenas existía con anterioridad<br />

al año 2008. Incluso algunos medios de comunicación sensacionalistas<br />

disponen de una buena noticia que contar, pueden entrevistar a los piratas, a<br />

los secuestrados, a los familiares de ambos y generar una notable confusión<br />

en la sociedad. Un ejemplo muy significativo fue el tratamiento de ciertos medios<br />

de comunicación españoles del secuestro del atunero Alakrana. Distintas<br />

emisoras de radio y televisión parecían competir por hablar telefónicamente<br />

con los secuestrados, fenómeno que los piratas todavía estarán celebrando.<br />

Se llegó a entrevistar en Somalia a la madre de uno de los piratas detenidos y<br />

traídos a España, que aseguraba que su hijo era menor, mientras en nuestro país<br />

se le hacían diferentes pruebas médicas para confirmar su edad 9 . La confusión<br />

9 «La madre del pirata somalí: “Mi hijo tiene 16 años”», El Mundo, 25 de octubre de 2009.<br />

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