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ORKIWAN - The Field Museum

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No obstante, esta cultura fue casi destruida durante<br />

los días del auge del petróleo, desde fines de la década<br />

de 1880 hasta las primeras décadas del siglo XX.<br />

Miles fueron esclavizados bajo precarias condiciones<br />

que provocaron eventualmente una investigación<br />

internacional, desafortunadamente demasiado tarde para<br />

la mayoría de los Huitoto. Entre el mercado de esclavos<br />

y las enfermedades que arrasaron con la región durante<br />

la década de 1920, este grupo una vez numeroso fue<br />

destruido casi por completo.<br />

La misma gama de enfermedades que le dieron el<br />

tiro de gracia a la población Huitoto (incluyendo la<br />

famosa influenza pandémica que siguió a la primera<br />

guerra mundial, así como una epidemia de sarampión<br />

que mató a miles en 1923) también diezmaron a los otros<br />

principales grupos indígenas de la región, incluyendo a<br />

los Siona-Secoya. Los Siona Tucano-hablantes habían<br />

coexistido durante siglos con los Cofan y con otras<br />

culturas vecinas en los sistemas fluviales del Aguarico<br />

y el Putumayo. A fines de la década de 1920, grandes<br />

poblados Siona se encontraban a lo largo del río Lagarto<br />

y en la laguna Zancudo (originalmente conocida como<br />

Tsoncorá, debido a un pequeño pez que abundaba en<br />

la zona). Las historias contadas por los Siona hablan de<br />

una larga relación con los grandes sistemas lacustres a lo<br />

largo del río Lagarto, donde vivieron una vida que giraba<br />

alrededor de recursos estacionales de peces, manatíes<br />

y otros mamíferos acuáticos en la época de vaciante,<br />

y animales terrestres y arbóreos durante la temporada<br />

de creciente (en las tierras altas abundantes hacia el<br />

sur del propio río Lagarto). Los Secoya, considerados<br />

una rama de la cultura Siona, también usaron el área<br />

esporádicamente. Todas estas comunidades fueron<br />

virtualmente destruidas por las epidemias, dejando a los<br />

ríos Güeppí y Lagarto completamente despoblados y<br />

escasamente utilizados durante fines de la década de 1920<br />

y principios de la de 1930.<br />

La Guerra de 1941 entre Ecuador y Perú ocasionó<br />

una migración de los Kichwa del río Napo, los cuales<br />

escaparon del conflicto. Varias familias entraron al<br />

río Aguarico y se establecieron a lo largo de su curso,<br />

mayormente en poblados Siona y Cofan. La comunidad<br />

Kichwa de Zancudo fue construida en los vestigios de<br />

una antigua localidad Siona, y fue esporádicamente<br />

ocupada por sus presentes familias desde las décadas<br />

del 40 y 50, con movimientos frecuentes hacia el río<br />

San Miguel, el propio Napo, y otros puntos a lo largo<br />

del Aguarico. Junto a la llegada de Kichwas y ribereños,<br />

llegó una nueva forma de explotación de recursos locales.<br />

Esto fue manifestado durante principios de los años<br />

50, cuando las pieles de caimán negro (Melanosuchus<br />

niger) y nutria gigante de río (Pteronura brasiliensis) se<br />

volvieron comercialmente valiosas. Tanto en el sistema<br />

del Lagarto como en el del Güeppí, los cazadores<br />

destruyeron las poblaciones de estos animales. Mientras<br />

que tenemos muy poca información acerca de las<br />

matanzas, un programa similar de caza en el Napo<br />

extrajo 2,000 pieles de caimán de Limoncocha, un lago<br />

comparable a los lagos ubicados a lo largo del Lagarto.<br />

Fue durante esa década que la nutria gigante de río<br />

dejó de existir como habitante de los grandes ríos de la<br />

región, incluyendo al Napo, el Aguarico y el Putumayo.<br />

Poblaciones remanentes en las partes altas del Güeppí<br />

y del Lagarto están en proceso de reaparecer, cincuenta<br />

años después del impacto original.<br />

Una segunda ola de cacería empezó durante los<br />

últimos años de la década de 1960, esta vez con<br />

el caimán blanco (Caiman crocodilus), el ocelote<br />

(Leopardus pardalis), el jaguar (Panthera onca) y la<br />

nutria común de río (Lontra longicaudis) como los<br />

principales objetivos. Las poblaciones de caimanes y<br />

nutrias fueron rápidamente reducidas hasta el borde de<br />

la extinción. La caza de ocelotes y jaguares ocasionó un<br />

tipo de problema muy diferente. Éstos son depredadores<br />

inteligentes, tan difíciles de encontrar que la mayoría de<br />

cazadores—y también científicos modernos—raramente<br />

pueden ver. Para capturarlos, trampas primitivas fueron<br />

colocadas utilizándose para carnada cualquier animal<br />

que estuviese al alcance. Con trampas rudimentarias y<br />

escasa tradición de captura, los cazadores involucrados<br />

podían atrapar sólamente un pequeño porcentaje de<br />

la población de felinos manchados, siendo mínimo el<br />

impacto directo causado a esas poblaciones. Sin embargo,<br />

los cazadores eran expertos en cazar a las especies<br />

regulares de caza de la región, como los monos choro<br />

(Lagothrix lagothricha), pecaríes y otros animales. La<br />

cacería común de subsistencia tenía algunos “chequeos<br />

y balances” internos, incluyendo factores como cuántos<br />

ECuADOR, PERú: CuyABENO-GüEPPí JUlIO/JUly 2008 127

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