De-Animales-a-Dioses

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simplemente que las mismas leyes erande aplicación a ricos y pobres. No teníanada que ver con los beneficios dedesempleo, la educación integrada o elseguro de enfermedad. También lalibertad tenía connotaciones muydistintas de las que posee hoy. En 1776,esto no significaba que los que carecíande autoridad (ciertamente, no los negroso los indios, o, ¡Dios no lo quiera!, lasmujeres) podían conseguirla y ejercerla.Quería decir, simplemente, que elEstado no podía, excepto encircunstancias inusuales, confiscar lapropiedad privada de un ciudadano odecirle qué hacer con ella. El ordenamericano, por lo tanto, defendía la

jerarquía de la riqueza, que algunoscreían que era ordenada por Dios yotros creían que representaba las leyesinmutables de la naturaleza. Lanaturaleza, se afirmaba, premiaba elmérito con la riqueza al tiempo quepenalizaba la indolencia.Todas las distinciones mencionadasanteriormente (entre personas libres yesclavos, entres blancos y negros, entrericos y pobres) se fundamentan enficciones. (La jerarquía de hombres ymujeres se analizará más adelante.) Peroes una regla de hierro de la historia quetoda jerarquía imaginada niega susorígenes ficticios y afirma ser natural einevitable. Por ejemplo, muchas

jerarquía de la riqueza, que algunos

creían que era ordenada por Dios y

otros creían que representaba las leyes

inmutables de la naturaleza. La

naturaleza, se afirmaba, premiaba el

mérito con la riqueza al tiempo que

penalizaba la indolencia.

Todas las distinciones mencionadas

anteriormente (entre personas libres y

esclavos, entres blancos y negros, entre

ricos y pobres) se fundamentan en

ficciones. (La jerarquía de hombres y

mujeres se analizará más adelante.) Pero

es una regla de hierro de la historia que

toda jerarquía imaginada niega sus

orígenes ficticios y afirma ser natural e

inevitable. Por ejemplo, muchas

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