De-Animales-a-Dioses
embargo, no existe evidencia de ningunadesaparición significativa de la faunaoceánica hace 45.000 años. Laimplicación humana puede explicarfácilmente por qué la oleada deextinciones obliteró a la megafaunaterrestre de Australia y no afectó a la delos océanos circundantes. A pesar de suscapacidades iniciales de navegación,Homo sapiens era todavía una amenazaabrumadoramente terrestre.En tercer lugar, extinciones en masaparecidas a la diezmación arquetípicaaustraliana tuvieron lugar una y otra veza lo largo de los milenios siguientes…cada vez que los humanos colonizabanotra parte del mundo exterior. En estos
casos, la culpabilidad de los sapiens esirrefutable. Por ejemplo, la megafaunade Nueva Zelanda (que había resistidosin el menor rasguño el supuesto«cambio climático» de hace unos 45.000años), sufrió golpes devastadoresinmediatamente después de que losprimeros humanos pusieran el pie en lasislas. Los maoríes, los primeros sapiensque colonizaron Nueva Zelanda,alcanzaron las islas hace unosochocientos años. En un par de siglos, lamayoría de la megafauna local se habíaextinguido, junto con el 60 por ciento detodas las especies de aves.Una suerte similar tuvo la poblaciónde mamuts de la isla de Wrangel, en el
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casos, la culpabilidad de los sapiens es
irrefutable. Por ejemplo, la megafauna
de Nueva Zelanda (que había resistido
sin el menor rasguño el supuesto
«cambio climático» de hace unos 45.000
años), sufrió golpes devastadores
inmediatamente después de que los
primeros humanos pusieran el pie en las
islas. Los maoríes, los primeros sapiens
que colonizaron Nueva Zelanda,
alcanzaron las islas hace unos
ochocientos años. En un par de siglos, la
mayoría de la megafauna local se había
extinguido, junto con el 60 por ciento de
todas las especies de aves.
Una suerte similar tuvo la población
de mamuts de la isla de Wrangel, en el