De-Animales-a-Dioses

06.01.2021 Views

mente y nuestro cuerpo a la vida de loscazadores-recolectores. La transiciónprimero a la agricultura y después a laindustria nos ha condenado a vivir unavida antinatural que no puede darexpresión completa a nuestrasinclinaciones e instintos innatos, y por lotanto no puede dar satisfacción anuestros anhelos más profundos. No haynada en la vida confortable de la clasemedia urbana que se acerque a laexcitación salvaje y al gozo absolutoque experimentaba una banda decazadores-recolectores durante una cazaexitosa de mamuts. Con cada nuevoinvento ponemos otro kilómetro más dedistancia entre nosotros y el jardín del

Edén.Pero esta insistencia romántica enver una sombra negra detrás de cadainvento es tan dogmática como lacreencia en la inevitabilidad delprogreso. Quizá no estemos en contactocon nuestro cazador-recolector interior,pero esto no es del todo malo. Porejemplo, a lo largo de los dos últimossiglos la medicina moderna ha reducidola mortalidad infantil de un 33 porciento a menos de un 5 por ciento.¿Puede alguien dudar de que esto hacontribuido a la felicidad no solo deestos niños, que de otro modo habríanmuerto, sino también de sus familias yamigos?

mente y nuestro cuerpo a la vida de los

cazadores-recolectores. La transición

primero a la agricultura y después a la

industria nos ha condenado a vivir una

vida antinatural que no puede dar

expresión completa a nuestras

inclinaciones e instintos innatos, y por lo

tanto no puede dar satisfacción a

nuestros anhelos más profundos. No hay

nada en la vida confortable de la clase

media urbana que se acerque a la

excitación salvaje y al gozo absoluto

que experimentaba una banda de

cazadores-recolectores durante una caza

exitosa de mamuts. Con cada nuevo

invento ponemos otro kilómetro más de

distancia entre nosotros y el jardín del

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