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El Evangelismo - Elena G. de White

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Cuando el Señor habla de perdón al alma penitente, ésta se llena de ardor, de

amor a Dios y de fervor y energía, y el espíritu vivificador que ha recibido no

puede ser reprimido. Cristo es en él como una fuente de agua que brota para

vida eterna. Sus sentimientos de amor son tan profundos y ardientes cuanto

profunda era su aflicción y agonía. Su alma es como la fuente profunda de la

que brota su agradecimiento y su alabanza, su gratitud y su gozo, hasta que

las arpas celestiales resuenan con acordes de júbilo. Tiene una historia que

contar, pero no en una forma precisa, común ni metódica. Es un alma

rescatada por los méritos de Cristo y todo su ser ha sido conmovido por la

comprensión de la salvación de Dios.

Otras personas son llevadas a Cristo en una forma más apasible. "El

viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene,

ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". Juan 3:8. No es

posible ver el instrumento que obra, pero pueden apreciarse sus efectos.

Cuando Nicodemo dijo a Jesús: "¿Cómo puede hacerse esto?" Jesús le

contestó: "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?" Juan 3:9, 10. Ahí

estaba un maestro de Israel, un hombre destacado entre los sabios, un

hombre que suponía ser capaz de comprender la ciencia de la religión y que

sin embargo tropezaba en la doctrina de la conversión. No quería admitir la

verdad, porque no podía comprender todo lo que se relacionaba con la forma

de obrar del poder de Dios, y sin embargo aceptaba los hechos de la

naturaleza aunque no pudiese explicarlos ni aun comprenderlos. Como otros

que han vivido en todos los tiempos consideraba que las formas y las

ceremonias perfectamente predeterminadas eran más esenciales para la

religión que la acción profunda del Espíritu de Dios.--The Review and

Herald, 5 de mayo de 1896.

La conversión conduce a la obediencia--La conversión del alma

humana no es de pequeña consecuencia. Es el mayor milagro realizado por el

poder divino. Los resultados reales se alcanzan al creer en Cristo como

Salvador personal. Purificados por la obediencia a la ley de Dios,

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