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Rajoy | Presidente y candidato ganador.<br />
y nato independentista— ha sido, además de<br />
amenazante, lo bastante virulento para detonar<br />
la preocupación nacional: “Echaremos a<br />
los invasores de Cataluña”.<br />
El plazo ya está abierto: en 18 meses debe<br />
haber una nueva nación catalana, libre y soberana;<br />
una república que la CUP anticipa como<br />
“popular y socialista”, por no obviar salirse de<br />
la OTAN, del euro y de la Unión Europa.<br />
El sendero para Puigdemont estriba en<br />
poner piedra tras piedra para la ruta de la<br />
república catalana, lo que implica edificar<br />
todo el andamio institucional propio. Ya tienen<br />
un elemento muy importante: la<br />
instrucción y enseñanza del catalán<br />
en todo su sistema educativo<br />
por delante del castellano,<br />
desterrado hace años de la<br />
escuela catalana.<br />
Resta ahora concebir una<br />
hacienda pública y toda una serie<br />
de fuerzas que configuran a un<br />
Estado con identidad propia hasta llegar<br />
a la consumación de una moneda nacional.<br />
Además, para ahondar el divisionismo,<br />
en su discurso de toma de posesión Puigdemont<br />
fue endémico: “Estamos desatendidos<br />
por las instituciones del Estado, estamos<br />
menospreciados”.<br />
Pero ahora, justifica el nuevo gobernante, se<br />
trabajará escalonadamente para crear una constitución<br />
catalana, una hacienda propia, un banco<br />
central y una seguridad social de Cataluña.<br />
D. Mudarra<br />
Cataluña ha<br />
visto una oportunidad<br />
dentro de la<br />
debilidad”.<br />
Canibalismo<br />
Todo eso en un año y medio para después<br />
consumar el resquebrajamiento en un país<br />
herido de muerte por el canibalismo político,<br />
incapacitado para poner sobre la mesa los<br />
grandes temas nacionales, como salvar la unidad<br />
de España, y cooptado más bien por partidos<br />
de minorías lo bastante radicales como<br />
para inflamar los odios más recalcitrantes.<br />
Para Ignacio Camacho, reconocido especialista<br />
político, la deriva de la secesión arrolla<br />
al sistema político catalán, cuya estructura ha<br />
quedado deconstruida y subordinada por completo<br />
al proceso rupturista.<br />
“Las instituciones catalanas se han convertido<br />
en un mero soporte instrumental de<br />
este desvarío autopropulsado que ya nadie sabe<br />
exactamente quién controla y en el que lo único<br />
claro es que puede ser presidente cualquiera.<br />
Han puesto a un Claudio encontrado tras<br />
las cortinas, a uno que pasaba por allí aunque<br />
bien es cierto que iba en la lista por delante del<br />
supuesto líder. Y pertenece al núcleo duro del<br />
separatismo, el de los doctrinarios del destino<br />
manifiesto”, afirma Camacho.<br />
El objetivo es claro y fácilmente perceptible<br />
para todos: se trata de aprovechar el vacío<br />
de poder que hay en el Estado, ya que el escenario<br />
nacional es tan complicado,<br />
que ante la negativa férrea del<br />
PSOE de pactar con PP y Ciudadanos<br />
para investir a Rajoy<br />
y la oposición de Ciudadanos<br />
para hacer lo propio propulsando<br />
a La Moncloa a Pedro<br />
Sánchez del PSOE junto con el<br />
apoyo de Podemos, a ciencia cierta<br />
lo que hay son elecciones en menos<br />
de seis meses.<br />
Y ese tiempo de fantasmas es oro molido<br />
para los catalanes secesionistas tal y como<br />
lo explica Camacho: “En ese plazo un gabinete<br />
en funciones se puede encontrar con<br />
el desafío de la hoja legislativa de ruptura<br />
impulsada por la amalgama parlamentaria<br />
secesionista”.<br />
Para el analista español es claro que se<br />
esperan semanas de tensión máxima en las<br />
Puigdemont | Amenaza independentista.<br />
que el único anclaje posible reside en las instituciones<br />
que no están sometidas al juego<br />
electoral.<br />
El gobierno está en funciones, el Estado no,<br />
añade Camacho. Eso hace probable que el Tribunal<br />
Constitucional tenga que asumir decisiones<br />
de gravedad en una situación de vacío<br />
político inédita desde la transición, donde al<br />
menos siempre hubo poderes ejecutivos firmes.<br />
“Los vasos comunicantes entre Cataluña<br />
y el resto de España son ahora más delicados<br />
y frágiles que nunca. Y su equilibrio se puede<br />
romper con cualquier sacudida brusca”, dice.<br />
Para Isabel San Sebastián, reconocida analista<br />
política y comentarista en medios de comunicación,<br />
la pirueta de última hora ideada<br />
por el independentismo catalán para salvar su<br />
aventura sediciosa tiene consecuencias inmediatas<br />
en el escenario nacional. “Más allá de lo<br />
que nos gustaría que sucediera a quienes amamos<br />
la libertad, creemos en el imperio de la ley<br />
y estamos convencidos de la indisoluble unidad<br />
de la nación española consagrada en la<br />
Carta Magna, lo cierto es que la izquierda y la<br />
derecha en este país son como el agua y el<br />
aceite”, puntualiza.<br />
Si bien los pactos y las coaliciones son una<br />
constante en el resto de los países democráticos<br />
de la Unión Europea (UE), al parecer en España<br />
esto ha puesto a los grandes partidos políticos<br />
contra las cuerdas.<br />
San Sebastián expresa que “aquí no existe<br />
una tradición pactista que permita alojar espe-<br />
Generalitat de Catalunya POLÍTICA<br />
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