LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS NATURALES BASADA EN PROYECTOS
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La Milpa como Proyecto Didáctico<br />
permita el fortalecimiento de los pueblos indígenas y promueva el desarrollo de<br />
los/as estudiantes y el acceso al conocimiento científico y tecnológico, sin que ello<br />
implique renegar de la cultura propia (McKinley, 2007).<br />
En la interacción entre el conocimiento tradicional y el conocimiento científico<br />
en la escuela ha predominado un enfoque cientificista, de acuerdo con el cual la<br />
ciencia tiene un poder epistémico superior. Sin embargo, cada vez es más evidente<br />
que los problemas de las comunidades y del mundo requieren la interacción de<br />
distintos sistemas de conocimiento. La posición del pluralismo epistemológico<br />
implica crear un espacio en el que puedan existir distintas epistemologías, con sus<br />
discursos correspondientes, sin que una de ellas sea demonizada o sojuzgada por<br />
la otra (Olivé, 2009).<br />
La relevancia del conocimiento tradicional, como una fuente de saberes para<br />
enfrentar problemas como el cambio climático o la pérdida de la biodiversidad<br />
es cada vez más evidente (Oviedo y Maffi, 2000; Nakashima, 2010). Ya desde<br />
2002, la conferencia mundial de ciencia (ICSU, por sus siglas en inglés) reconoció<br />
que “los sistemas de conocimiento tradicionales y locales como expresiones<br />
dinámicas de la percepción y comprensión del mundo pueden hacer, y han hecho<br />
históricamente, contribuciones valiosas a la ciencia y la tecnología, y es necesario<br />
preservar, proteger, investigar y promover esta herencia cultural y conocimiento<br />
empírico”.<br />
La escuela puede ser entonces un espacio en el que estos conocimientos locales<br />
se reconozcan y se valoren de forma que los propios docentes y estudiantes sepan<br />
que el saber de sus padres, madres y abuelos puede contribuir legítimamente a<br />
la solución de problemas científicos y tecnológicos. Si este saber es dejado fuera<br />
de la escuela, como ocurre cotidianamente, corre el riesgo de ser desvalorado, o<br />
tratado como ‘costumbre’, como algo que no puede legítimamente interactuar<br />
con el conocimiento escolar y científico.<br />
Si, como mencionábamos en la introducción, lo que se pretende es que la<br />
educación en ciencias permita a los/as estudiantes prepararse para participar en<br />
la toma de decisiones de la comunidad y de forma individual, se debe introducir<br />
otras formas de entender la naturaleza y el mundo, distintas a la científica/<br />
escolar en el discurso educativo. Involucrar el conocimiento científico occidental<br />
y el conocimiento tradicional en un diálogo el uno con el otro, garantiza para el<br />
segundo un nivel de respeto que no ha recibido tradicionalmente en la educación<br />
occidental. No se trata de que los/as estudiantes no aprendan los contenidos y<br />
los procedimientos de la ciencia, sino de que este aprendizaje no resulte en una<br />
aculturación (Aikenhead, 2001). Es fundamental, por ello, plantear este tipo de<br />
proyectos que permitan fortalecer la identidad cultural, al mismo tiempo que<br />
introducen los contenidos escolares.<br />
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