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Opinión<br />

Cartas al director<br />

7 Escríbenos a: saladetogas@icaalmeria.com<br />

hicieron las 6:30 de la mañana.<br />

Las chicas de Radio Taxi, que por<br />

cierto, también estaban trabajando<br />

abnegadamente esa noche, sabían<br />

que debían llamar más de una vez<br />

para conseguir que cogiera el teléfono.<br />

Tras felicitarme muy amablemente<br />

el año, me informan de que<br />

tengo la primera asistencia en el<br />

cuartel de un bonito pueblo de cuyo<br />

nombre no debo acordarme, y yo<br />

sólo puedo pensar “¿quién será el<br />

desgraciado al que se le ocurre delinquir<br />

precisamente esta noche?”.<br />

Pasados diez minutos, un cordial<br />

agente de la guardia civil,<br />

siempre tan eficaz, me<br />

vuelve a felicitar el año<br />

y se asegura de que<br />

he comprendido lo<br />

que me ha dicho<br />

la chica de radio<br />

taxi. Volvemos<br />

a negociar, con<br />

la mente funcionando<br />

bajo<br />

mínimos (sería<br />

soberbio pensar<br />

que llegaba al<br />

10% de mi capacidad<br />

normal, que<br />

tampoco es que<br />

sea…..), la hora en<br />

que tendría que ir al<br />

cuartel, entre las 8 de<br />

la mañana que pretendían<br />

ellos y las 5 de la tarde que<br />

hubiera sido ideal para mí, cerramos<br />

el acuerdo en las 11:00 de la<br />

mañana (en otras circunstancias hubiera<br />

negociado mejor, pero recordad<br />

como estaba mi cerebro).<br />

Pongo el despertador a las 10:00 y<br />

me maldigo por no haberle pedido al<br />

simpático agente de la autoridad que<br />

me volviera a llamar para asegurarse<br />

de que llegara. Cierro los ojos y<br />

antes de lo que yo creía que eran cinco<br />

minutos, se oye un ruido atronador<br />

que despierta a toda mi familia,<br />

menos a mí, que fui despertada por<br />

un ser con el cabello similar a los<br />

pelochos, que después identifiqué<br />

como mi hermana.<br />

Tras conseguir levantarme de la<br />

cama, me arrastré hasta la ducha y<br />

logré vestirme, sólo quedaba disimilar<br />

los estragos de la noche con una<br />

fina capa de maquillaje-escayola.<br />

Llegué al cuartel y tras los consabidos<br />

feliz año nuevo y demás, me<br />

llega un olor a alcohol y sudor, que<br />

desde luego no es lo más apropiado<br />

para tratar la resaca. En un segundo,<br />

identifiqué que este delicado aroma,<br />

macerado en un calabozo toda la noche,<br />

solo podía pertenecer a mi ilustre<br />

cliente,<br />

p u e s t o<br />

que ya sabéis que en esta<br />

profesión se conoce a lo mejorcito<br />

de cada casa.<br />

Me encuentro con que esta delicada<br />

criatura había tenido un pequeño<br />

altercado con el hermano de<br />

su santa esposa. Recordad que las<br />

navidades son muy peligrosas, reúnen<br />

a muchos familiares en muy<br />

poco espacio, y claro, las emociones<br />

se disparan, y con ellas, las manos.<br />

Yo entiendo a este pobre hombre,<br />

se vio impelido a actuar frente a un<br />

atentado a la sagrada institución de<br />

la familia.<br />

Les cuento un poquito lo que le<br />

pasó y seguro que lo entienden tan<br />

bien como yo. Mi cliente es un honrado,<br />

aunque poco aseado, padre de<br />

familia, que trabaja catorce horas<br />

diarias en un bar dedicado casi exclusivamente<br />

a la tan denostada y<br />

poco apreciada fritura del calamar<br />

en aceite de girasol.<br />

Tras pasar sus reglamentarias 14<br />

horas en el bar, este señor quiere<br />

llegar a su hogar y ocupar el puesto<br />

que le corresponde en la mesa, pero<br />

su sorpresa fue mayúscula al encontrarse,<br />

otro año más, a su cuñado<br />

presidiendo la mesa, y eso<br />

que ya le había avisado<br />

a su esposa: “Como<br />

tu hermano vuelva<br />

a sentarse en mi<br />

sitio, la vamos<br />

a tener, nena,<br />

en mi casa<br />

yo presido la<br />

mesa porque<br />

yo pago los<br />

langostinos,<br />

y me da<br />

igual que sea<br />

médico, que<br />

sea muy listo,<br />

que sus hijos<br />

vayan a colegio<br />

de pago y que<br />

tenga un audi”.<br />

Mi cliente, muy<br />

educadamente, le dice:<br />

“Cuñado, te has sentado<br />

en mi sitio”, y él le contestó:<br />

“Qué más te da hombre, si todos<br />

los días te sientas aquí, siéntate al<br />

lado de la tía Encarna, y vamos a cenar,<br />

que te estamos esperando como<br />

todos los años”.<br />

Ante esto, es normal que mi cliente,<br />

harto de trabajar y viendo el<br />

bronceado de su cuñado, obtenido<br />

duramente entre el campo de golf<br />

y la pista de esquí, no tuviera más<br />

remedio que, por fin, una navidad,<br />

levantarse en defensa de su dignidad<br />

y pegarle las dos merecidas tortas<br />

que durante tantos cenas navideñas<br />

había deseado propinarle. La mala<br />

suerte hizo el resto, el cuñado, sorprendido,<br />

cayó sobre un papa Noel<br />

de cerámica (ya hay que ser hortera),<br />

16<br />

ABRIL 2012<br />

SALA DE TOGAS<br />

Ilustre Colegio Provincial de Abogados de Almería

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