El principe Lestat - Anne Rice

09.12.2015 Views

fuego con mi mente cuando se había apagado la lumbre, o cómo hacer hervir el agua. Yo la protegía. Ella me protegía. Cada uno poseía el alma del otro. Nos amábamos en un mundo donde lo natural y lo sobrenatural no significaban nada. Y yo la inicié en la Sangre. Se volvió de nuevo para mirar a Marius. —Tú ya sabes que era un gran crimen contra la antigua religión compartir la Sangre con un ser tan deforme. En aquel acto de desafío murió para mí la antigua religión y nació otra nueva. Marius asintió.

—Después de aquello, viví con Hesketh durante más de seiscientos años, recuperando mis fuerzas, curando mi cuerpo y mi alma. Íbamos de caza a los pueblos del campo. Nos alimentábamos de los bandidos de los caminos. Pero yo era consciente de que tu hermosa Italia, tu bello mundo romano —que tanto me ha inspirado—, nunca iba a ser mío, salvo en los libros que leía, en los manuscritos que robaba de los monasterios, en la poesía que compartía con Hesketh en nuestro humilde hogar. No obstante, éramos felices. Y éramos astutos. Cuando aumentó nuestra osadía, nos infiltramos en los toscos castillos y fortalezas de los

—Después de aquello, viví con<br />

Hesketh durante más de seiscientos<br />

años, recuperando mis fuerzas, curando<br />

mi cuerpo y mi alma. Íbamos de caza a<br />

los pueblos del campo. Nos<br />

alimentábamos de los bandidos de los<br />

caminos. Pero yo era consciente de que<br />

tu hermosa Italia, tu bello mundo romano<br />

—que tanto me ha inspirado—, nunca<br />

iba a ser mío, salvo en los libros que<br />

leía, en los manuscritos que robaba de<br />

los monasterios, en la poesía que<br />

compartía con Hesketh en nuestro<br />

humilde hogar. No obstante, éramos<br />

felices. Y éramos astutos. Cuando<br />

aumentó nuestra osadía, nos infiltramos<br />

en los toscos castillos y fortalezas de los

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