El principe Lestat - Anne Rice
ondulante se unía con el cielo. ¿Sería posible lo que decía el anciano? Las imágenes y sonidos espantosos de aquella noche acudieron a su memoria: el profundo bosque de robles, su terrible impotencia cuando —como prisionero de los druidas— había sido arrastrado al santuario del dios que habitaba el árbol. Y entonces habían llegado aquellos momentos asombrosos, cuando el dios quemado de pelo blanco le había hablado y le había explicado los poderes de la Sangre que le iba a transmitir. —Pero yo vi cómo arrojaban después tu cuerpo a la pira —dijo
Marius—. Intenté salvarte, pero no conocía entonces las fuerzas que me otorgaba la Sangre y vi cómo te quemaban. —Meneó la cabeza, escrutando intensamente los ojos de aquel ser—. ¿Por qué alguien tan anciano y, en apariencia, tan sabio habría de mentir sobre estas cosas? —No te estoy mintiendo —dijo Tesjamen suavemente—. Tú viste cómo intentaban inmolarme. Pero yo tenía entonces mil años, Marius, o tal vez más. Tampoco yo conocía entonces mis fuerzas. Y cuando tú escapaste como yo te había dicho que hicieras, cuando todos como un solo hombre salieron corriendo tras de ti por el bosque, me
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ondulante se unía con el cielo.<br />
¿Sería posible lo que decía el<br />
anciano?<br />
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de aquella noche acudieron a su<br />
memoria: el profundo bosque de robles,<br />
su terrible impotencia cuando —como<br />
prisionero de los druidas— había sido<br />
arrastrado al santuario del dios que<br />
habitaba el árbol. Y entonces habían<br />
llegado aquellos momentos asombrosos,<br />
cuando el dios quemado de pelo blanco<br />
le había hablado y le había explicado<br />
los poderes de la Sangre que le iba a<br />
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—Pero yo vi cómo arrojaban<br />
después tu cuerpo a la pira —dijo