El principe Lestat - Anne Rice
fijamente, sentado de lado en el banco con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas sobre la rodilla. Parecía fascinado. Se volvió otra vez hacia Tesjamen, aquel bebedor de sangre menudo que lo miraba con unos firmes ojos negros. —El que me creó está muerto —dijo en voz alta, echándole un vistazo a Daniel y concentrándose de nuevo en Tesjamen—. Murió la misma noche en la que yo nací a la Oscuridad. Fue hace dos mil años, en un bosque del norte de Europa. Y aquellos hechos han quedado grabados en mi alma. —Y en la mía —dijo Tesjamen—. Pero yo no morí aquella noche. Y te
convertí en lo que eres ahora. Yo era el dios de Sangre apresado en aquel roble al que los druidas te habían llevado. Fui yo, aquella cosa ennegrecida, ruinosa y llena de cicatrices, quien te dio la Sangre y te dijo que escaparas de los druidas; que no permanecieras apresado en el roble como un dios de sangre, sino que fueras a Egipto a cualquier precio para ver qué había ocurrido con la Madre y el Padre, para averiguar por qué tantos de nosotros habíamos sido horriblemente quemados en nuestros propios santuarios. —Prisiones, dirás, y no santuarios —susurró Marius, con la mirada perdida en el horizonte, donde el mar oscuro y
- Page 930 and 931: mano lentamente y dejé que mis ded
- Page 932 and 933: —Muy bien —dije—. He venido a
- Page 934 and 935: pensamientos febriles se acompañar
- Page 936 and 937: engullirlo. Vi los restos de unas c
- Page 938 and 939: —¿O qué? —preguntó Jesse.
- Page 940 and 941: Guatemala. ¿Para qué? ¿Qué pod
- Page 942 and 943: volví a entrar en la suite. David
- Page 944 and 945: adquiriendo cada vez más habilidad
- Page 946 and 947: ecobrado la conciencia, está habla
- Page 948 and 949: posible que ni siquiera sepa todav
- Page 950 and 951: hecho. ¿Ya es demasiado tarde? Sil
- Page 952 and 953: pregunté—. ¿No estás simplemen
- Page 954 and 955: Pasé muy despacio, desapercibido,
- Page 956 and 957: —¿Estás orgulloso de ti mismo,
- Page 958 and 959: caminaba solo por las calles ansian
- Page 960 and 961: Aceleré la marcha. Sabía dónde s
- Page 962 and 963: Luego desapareció. Sentí una viol
- Page 964 and 965: —¿Qué vas a hacer, si no? —gr
- Page 966 and 967: Marius ignoraba a la Voz con la mis
- Page 968 and 969: estaba allí, lo sabía. En esas se
- Page 970 and 971: espuma plateada rompiendo en la are
- Page 972 and 973: presencia quizá, e incluso oyó el
- Page 974 and 975: arena y el murmullo del viento. Y a
- Page 976 and 977: Subieron juntos por el repecho de a
- Page 978 and 979: dime quién eres y qué quieres de
- Page 982 and 983: ondulante se unía con el cielo. ¿
- Page 984 and 985: zafé de los troncos ardientes. Mar
- Page 986 and 987: posibilidad de que la vida contuvie
- Page 988 and 989: su fiel dios de sangre. Sabía que
- Page 990 and 991: siglos atrás, lo había tranquiliz
- Page 992 and 993: ojos fijos en la espuma de la playa
- Page 994 and 995: ¿Cómo conseguiste sobrevivir? Tes
- Page 996 and 997: conmovido su corazón. Aquello me p
- Page 998 and 999: fuego con mi mente cuando se había
- Page 1000 and 1001: señores rurales; e incluso nos ave
- Page 1002 and 1003: había campos ni viñas en los alre
- Page 1004 and 1005: siquiera la Sangre había logrado b
- Page 1006 and 1007: Esperó, pero Tesjamen se había qu
- Page 1008 and 1009: monasterio en ruinas, se forjó nue
- Page 1010 and 1011: Talamasca. —Sí. Era el año 748,
- Page 1012 and 1013: entrecortada—. Claro. Así se exp
- Page 1014 and 1015: cuya identidad era desconocida salv
- Page 1016 and 1017: crear contigo la Talamasca? ¿Por q
- Page 1018 and 1019: sus documentos más antiguos o sus
- Page 1020 and 1021: gobernar su destino por sí mismo.
- Page 1022 and 1023: —Y Gremt, su espíritu hermano,
- Page 1024 and 1025: confabularse con otros para destrui
- Page 1026 and 1027: aborda científicamente. Marius no
- Page 1028 and 1029: Alejandría a abandonar a la Madre
convertí en lo que eres ahora. Yo era el<br />
dios de Sangre apresado en aquel roble<br />
al que los druidas te habían llevado. Fui<br />
yo, aquella cosa ennegrecida, ruinosa y<br />
llena de cicatrices, quien te dio la<br />
Sangre y te dijo que escaparas de los<br />
druidas; que no permanecieras apresado<br />
en el roble como un dios de sangre, sino<br />
que fueras a Egipto a cualquier precio<br />
para ver qué había ocurrido con la<br />
Madre y el Padre, para averiguar por<br />
qué tantos de nosotros habíamos sido<br />
horriblemente quemados en nuestros<br />
propios santuarios.<br />
—Prisiones, dirás, y no santuarios<br />
—susurró Marius, con la mirada perdida<br />
en el horizonte, donde el mar oscuro y