El principe Lestat - Anne Rice
Aceleré la marcha. Sabía dónde se encontraban esos túneles, esos profundos y siniestros túneles del subsuelo de la ciudad, cuyos muros están abarrotados de los huesos descompuestos de generaciones y generaciones de parisinos muertos. La gente podía visitar esos pasadizos subterráneos y yo sabía dónde se hallaba la entrada. Estaba corriendo hacia la Place Denfert-Rochereau y casi había llegado, cuando una extraña visión me detuvo. Era un brillante destello en la misma entrada del túnel, como si hubiera surgido una llama de la boca del osario. La construcción de madera oscura, con
un frontón clásico, que albergaba la entrada explotó y se hizo pedazos con gran estrépito. Entonces vi a una bebedora de sangre dotada de un inmenso poder — muy pálida, con una larga cabellera rubia—, que se alzaba del suelo sujetando en brazos a dos figuras: una doblada sobre sí misma, que se cubría la cabeza greñuda con un esquelético brazo blanco, y la otra, de pelo castaño rojizo, sacudida por los sollozos. Por mí, por mi mirada, aquel ser misterioso frenó ligeramente su ascenso, y, durante una fracción de segundo, nuestros ojos se encontraron. «Te volveré a ver, valiente».
- Page 910 and 911: ocurriendo —dije—. Me voy allí
- Page 912 and 913: —¿Y quién es todo el mundo? Yo
- Page 914 and 915: Luego, procurando hacerlo lo mejor
- Page 916 and 917: estaba preguntando ella en la antig
- Page 918 and 919: Yo no lo conocía y, desde entonces
- Page 920 and 921: también como habría hecho una ni
- Page 922 and 923: pero era impotente frente a aquella
- Page 924 and 925: traté de pensar qué podía hacer.
- Page 926 and 927: destello de inteligencia, pero era
- Page 928 and 929: fracasado; que yo podía tocar simp
- Page 930 and 931: mano lentamente y dejé que mis ded
- Page 932 and 933: —Muy bien —dije—. He venido a
- Page 934 and 935: pensamientos febriles se acompañar
- Page 936 and 937: engullirlo. Vi los restos de unas c
- Page 938 and 939: —¿O qué? —preguntó Jesse.
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- Page 942 and 943: volví a entrar en la suite. David
- Page 944 and 945: adquiriendo cada vez más habilidad
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- Page 948 and 949: posible que ni siquiera sepa todav
- Page 950 and 951: hecho. ¿Ya es demasiado tarde? Sil
- Page 952 and 953: pregunté—. ¿No estás simplemen
- Page 954 and 955: Pasé muy despacio, desapercibido,
- Page 956 and 957: —¿Estás orgulloso de ti mismo,
- Page 958 and 959: caminaba solo por las calles ansian
- Page 962 and 963: Luego desapareció. Sentí una viol
- Page 964 and 965: —¿Qué vas a hacer, si no? —gr
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- Page 968 and 969: estaba allí, lo sabía. En esas se
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- Page 972 and 973: presencia quizá, e incluso oyó el
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- Page 978 and 979: dime quién eres y qué quieres de
- Page 980 and 981: fijamente, sentado de lado en el ba
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- Page 984 and 985: zafé de los troncos ardientes. Mar
- Page 986 and 987: posibilidad de que la vida contuvie
- Page 988 and 989: su fiel dios de sangre. Sabía que
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un frontón clásico, que albergaba la<br />
entrada explotó y se hizo pedazos con<br />
gran estrépito.<br />
Entonces vi a una bebedora de<br />
sangre dotada de un inmenso poder —<br />
muy pálida, con una larga cabellera<br />
rubia—, que se alzaba del suelo<br />
sujetando en brazos a dos figuras: una<br />
doblada sobre sí misma, que se cubría la<br />
cabeza greñuda con un esquelético brazo<br />
blanco, y la otra, de pelo castaño rojizo,<br />
sacudida por los sollozos.<br />
Por mí, por mi mirada, aquel ser<br />
misterioso frenó ligeramente su ascenso,<br />
y, durante una fracción de segundo,<br />
nuestros ojos se encontraron.<br />
«Te volveré a ver, valiente».