El principe Lestat - Anne Rice
La rodeó y se acercó a Gremt. Qué tierna y vehemente parecía, qué candorosa, qué valiente. Ahora ella le tenía tan poco miedo como cientos de años atrás. Pero él se había quedado exhausto, peligrosamente exhausto —mucho más de lo que habría imaginado— por la intensidad de aquel encuentro, y no habría podido soportar la dulzura, la alegría de tenerla entre sus brazos. —Perdóname —susurró, limpiándose puerilmente las lágrimas de la cara. —Habla con nosotros, quédate aquí con nosotros —le dijo ella, suplicante. Arjun le repitió la invitación.
Pero Gremt hizo lo único que podía hacer con las pocas fuerzas que le quedaban. Se alejó a toda prisa, cruzó el jardín y dejó que las luces de la casa desaparecieran a su espalda tras la espesura de los árboles de mango y de bambú. Ella podría haberlo perseguido. Si Pandora lo hubiera intentado, Gremt no habría tenido otro remedio que desvanecerse, cosa que no deseaba hacer. Quería permanecer todo el tiempo posible en este cuerpo. Esa era su intención. Pero ella no lo persiguió. Aceptó su marcha. Gremt sabía que pronto volvería a verla. Pronto volvería a
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- Page 830 and 831: siquiera», solía decir. Everard t
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- Page 834 and 835: para encender la chimenea. Se levan
- Page 836 and 837: escalando el muro. La arrastró hac
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- Page 872 and 873: —, en la costa del sur de Italia.
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Pero Gremt hizo lo único que podía<br />
hacer con las pocas fuerzas que le<br />
quedaban. Se alejó a toda prisa, cruzó el<br />
jardín y dejó que las luces de la casa<br />
desaparecieran a su espalda tras la<br />
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<strong>El</strong>la podría haberlo perseguido. Si<br />
Pandora lo hubiera intentado, Gremt no<br />
habría tenido otro remedio que<br />
desvanecerse, cosa que no deseaba<br />
hacer. Quería permanecer todo el tiempo<br />
posible en este cuerpo. Esa era su<br />
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Pero ella no lo persiguió. Aceptó su<br />
marcha. Gremt sabía que pronto<br />
volvería a verla. Pronto volvería a