El principe Lestat - Anne Rice
¿iba a creer que él era aquel ser, el ser que ella había visto? ¿O acaso permanecería en silencio? —Sé que recuerdas lo que me dijiste —continuó Gremt—. Fuiste muy valiente. No trataste de huir de algo que no podías comprender. No te apartaste con repugnancia de algo antinatural incluso para ti. Te mantuviste firme y me hablaste. Ella asintió y repitió las palabras que le había dicho aquella noche: —«Si deseas una vida carnal, una vida humana, una vida tangible que te permita moverte por el tiempo y el espacio, lucha por ella. Si deseas alcanzar una filosofía humana, esfuérzate
y hazte sabio para que nada pueda dañarte jamás. La sabiduría es fuerza. Reorganiza tu naturaleza, seas lo que seas, y conviértete en algo dotado de un propósito». —Sí —susurró Gremt—. Y aún dijiste más: «Pero ten presente esto: si te conviertes en un ser parecido al que ves en mí, ama a todos los hombres y mujeres y a todos sus hijos. ¡No saques tu fuerza de la sangre! No te alimentes del sufrimiento ajeno. No te alces como un dios sobre multitudes que entonan cánticos de adoración. No mientas». Ella asintió. —Sí —dijo. Una dulce sonrisa apareció en su rostro.
- Page 824 and 825: carretera rural, y el runrún de la
- Page 826 and 827: Sangre»? Los seres humanos ya no s
- Page 828 and 829: ecuerdos de su existencia anterior
- Page 830 and 831: siquiera», solía decir. Everard t
- Page 832 and 833: Rhoshamandes consideraba su petici
- Page 834 and 835: para encender la chimenea. Se levan
- Page 836 and 837: escalando el muro. La arrastró hac
- Page 838 and 839: del cuello seccionados y de los vas
- Page 840 and 841: Los enterró con la pala, alisando
- Page 842 and 843: —Ancianos de la tribu —decía B
- Page 844 and 845: atendían durante el día. El vampi
- Page 846 and 847: tarjeta de visita blanca donde figu
- Page 848 and 849: —. Siempre he sido tu amigo. Llev
- Page 850 and 851: sus estimados amigos. Le dije que n
- Page 852 and 853: jóvenes? —Se apresuró a respond
- Page 854 and 855: —¿Qué sucedió en Calcuta? —E
- Page 856 and 857: cerrados para saborear el momento,
- Page 858 and 859: sotana de un sacerdote. Ese era el
- Page 860 and 861: —¡Qué debes pensar de mí! —
- Page 862 and 863: York, un joven bebedor de sangre ll
- Page 864 and 865: como algunos otros ancianos. —¿Y
- Page 866 and 867: tono y pestañeó como ante una luz
- Page 868 and 869: asgos. Pero por detrás de esa cara
- Page 870 and 871: de lo que este había dicho. —Y t
- Page 872 and 873: —, en la costa del sur de Italia.
- Page 876 and 877: Ahora Gremt sintió que ella no le
- Page 878 and 879: La rodeó y se acercó a Gremt. Qu
- Page 880 and 881: verlos a todos. Y entonces se lo co
- Page 882 and 883: la mano y darles lo que pudiera, ah
- Page 884 and 885: jóvenes que se mantuvieran alejado
- Page 886 and 887: y bastardos. Estaban masacrando a m
- Page 888 and 889: —Esa Voz está despertando a los
- Page 890 and 891: Ahora Benji se dirigió a la Voz.
- Page 892 and 893: con sinuosas callejas empedradas e
- Page 894 and 895: —Claro que no, su Alteza Real —
- Page 896 and 897: explicarle a él o a cualquiera.
- Page 898 and 899: —Desbarraba, sobre todo. La mitad
- Page 900 and 901: Maharet. —¿Y ella qué dijo? —
- Page 902 and 903: ella le advirtió que no intentara
- Page 904 and 905: chocaban entre sí, que se sucedía
- Page 906 and 907: ueno, a todos nosotros. —Yo no cr
- Page 908 and 909: la Voz lo tiene controlado. ¿No es
- Page 910 and 911: ocurriendo —dije—. Me voy allí
- Page 912 and 913: —¿Y quién es todo el mundo? Yo
- Page 914 and 915: Luego, procurando hacerlo lo mejor
- Page 916 and 917: estaba preguntando ella en la antig
- Page 918 and 919: Yo no lo conocía y, desde entonces
- Page 920 and 921: también como habría hecho una ni
- Page 922 and 923: pero era impotente frente a aquella
¿iba a creer que él era aquel ser, el ser<br />
que ella había visto? ¿O acaso<br />
permanecería en silencio?<br />
—Sé que recuerdas lo que me dijiste<br />
—continuó Gremt—. Fuiste muy<br />
valiente. No trataste de huir de algo que<br />
no podías comprender. No te apartaste<br />
con repugnancia de algo antinatural<br />
incluso para ti. Te mantuviste firme y me<br />
hablaste.<br />
<strong>El</strong>la asintió y repitió las palabras<br />
que le había dicho aquella noche:<br />
—«Si deseas una vida carnal, una<br />
vida humana, una vida tangible que te<br />
permita moverte por el tiempo y el<br />
espacio, lucha por ella. Si deseas<br />
alcanzar una filosofía humana, esfuérzate