El principe Lestat - Anne Rice
ecuerdos de su existencia anterior al Don Oscuro, veía la vida como algo milagroso y susurraba que la Sangre era un sacramento y se pasaba las noches cantando alegres canciones dedicadas a la luna y las estrellas. Pero aquel vampiro había sido reducido a cenizas cuando la reina Akasha recorrió el mundo arrasándolo todo. Everard lo había visto con sus propios ojos: toda aquella dulce vitalidad extinguida en un instante, como si nada, mientras las llamas devoraban el centro de reunión de Venecia con muchos otros vampiros dentro. ¿Por qué había sobrevivido él? Se estremeció. No quería pensar en
ello. Lo mejor sería no volver a amar a nadie. Lo mejor sería olvidar a aquellos que se habían extinguido en un abrir y cerrar de ojos, como si nunca hubieran existido. Lo mejor era disfrutar los placeres de cada noche según se presentaban. Pero ¿y si había llegado ahora el momento de que todos se unieran, de que se convirtieran en la tribu que Benji sostenía que eran y se acercaran a los demás, jóvenes o ancianos, sin furia ni temor? Rhoshamandes se había reído de los Hijos de Satán y de sus mojigatas costumbres. «Yo ya era de la Sangre antes de que su dios hubiera nacido
- Page 778 and 779: en efecto, el pétalo de una garden
- Page 780 and 781: voluntad. Él había pensado que el
- Page 782 and 783: dijo Everard, burlón—. Tú debes
- Page 784 and 785: entornaron al sonreír. Tenía una
- Page 786 and 787: había visto a un bebedor de sangre
- Page 788 and 789: insufriblemente vulgar en aquel com
- Page 790 and 791: con suavidad el fantasma del pelo l
- Page 792 and 793: —¿Por qué no podemos unirnos
- Page 794 and 795: —No creo que sea el único en est
- Page 796 and 797: Rhoshamandes la Sangre con tanta el
- Page 798 and 799: —La mayor parte de lo que dice so
- Page 800 and 801: porque las ráfagas no penetran en
- Page 802 and 803: Rhoshamandes, con sus túnicas de c
- Page 804 and 805: y respetaba hasta tal punto que hab
- Page 806 and 807: perfeccionar lo que somos, no alter
- Page 808 and 809: produce una agrupación de fuerzas,
- Page 810 and 811: cuando los bebedores de sangre se u
- Page 812 and 813: de Everard. «Tiene que estar muert
- Page 814 and 815: —dijo Everard, rechazando el dolo
- Page 816 and 817: Lo deseaba, pero no podía hacerlo,
- Page 818 and 819: Ah, pero resulta sorprendente. Sabe
- Page 820 and 821: eclutaran y les enseñaran a materi
- Page 822 and 823: Quemaré sus bibliotecas, sus peque
- Page 824 and 825: carretera rural, y el runrún de la
- Page 826 and 827: Sangre»? Los seres humanos ya no s
- Page 830 and 831: siquiera», solía decir. Everard t
- Page 832 and 833: Rhoshamandes consideraba su petici
- Page 834 and 835: para encender la chimenea. Se levan
- Page 836 and 837: escalando el muro. La arrastró hac
- Page 838 and 839: del cuello seccionados y de los vas
- Page 840 and 841: Los enterró con la pala, alisando
- Page 842 and 843: —Ancianos de la tribu —decía B
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- Page 848 and 849: —. Siempre he sido tu amigo. Llev
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- Page 864 and 865: como algunos otros ancianos. —¿Y
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- Page 868 and 869: asgos. Pero por detrás de esa cara
- Page 870 and 871: de lo que este había dicho. —Y t
- Page 872 and 873: —, en la costa del sur de Italia.
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- Page 876 and 877: Ahora Gremt sintió que ella no le
ecuerdos de su existencia anterior al<br />
Don Oscuro, veía la vida como algo<br />
milagroso y susurraba que la Sangre era<br />
un sacramento y se pasaba las noches<br />
cantando alegres canciones dedicadas a<br />
la luna y las estrellas.<br />
Pero aquel vampiro había sido<br />
reducido a cenizas cuando la reina<br />
Akasha recorrió el mundo arrasándolo<br />
todo. Everard lo había visto con sus<br />
propios ojos: toda aquella dulce<br />
vitalidad extinguida en un instante, como<br />
si nada, mientras las llamas devoraban<br />
el centro de reunión de Venecia con<br />
muchos otros vampiros dentro. ¿Por qué<br />
había sobrevivido él?<br />
Se estremeció. No quería pensar en