El principe Lestat - Anne Rice
—¿Por qué no podemos unirnos — preguntó el fantasma más joven— para alcanzar la paz en el reino que compartimos? —¿Y qué reino es ese? —preguntó Everard—. Porque tú eres un fantasma, amigo mío, y yo, por odioso que pueda resultar, soy de carne y hueso. —Yo fui un humano en tiempos — dijo el joven fantasma—. Y después fui un bebedor de sangre durante siglos. Y ahora soy un fantasma. Y mi alma ha seguido siendo la misma en las tres formas. —Bebedor de sangre —murmuró Everard. Volvió a maravillarse al estudiar de nuevo el rostro del fantasma:
la boca bondadosa de labios llenos, los ojos expresivos—. ¡Magnus! —dijo, sobresaltado—. ¿No serás Magnus, el Alquimista? —Sí, ese era yo —repuso el fantasma—. Y te conocí en aquellos viejos tiempos, Everard. Tú fuiste creado por Rhoshamandes y yo, por así decirlo, por Benedict. Everard se rio a carcajadas. —Yo diría más bien que fuiste tú quien creó a Benedict —dijo—. Robándole la sangre y convirtiéndolo en el hazmerreír de todos los bebedores de sangre. Así que te has convertido en un fantasma. En el fantasma de un bebedor de sangre.
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la boca bondadosa de labios llenos, los<br />
ojos expresivos—. ¡Magnus! —dijo,<br />
sobresaltado—. ¿No serás Magnus, el<br />
Alquimista?<br />
—Sí, ese era yo —repuso el<br />
fantasma—. Y te conocí en aquellos<br />
viejos tiempos, Everard. Tú fuiste<br />
creado por Rhoshamandes y yo, por así<br />
decirlo, por Benedict.<br />
Everard se rio a carcajadas.<br />
—Yo diría más bien que fuiste tú<br />
quien creó a Benedict —dijo—.<br />
Robándole la sangre y convirtiéndolo en<br />
el hazmerreír de todos los bebedores de<br />
sangre. Así que te has convertido en un<br />
fantasma. En el fantasma de un bebedor<br />
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