El principe Lestat - Anne Rice
ondulado y una cara de rasgos nobles. Entornaba sus ojos relucientes con una expresión amigable y tenía una boca agradable, casi bonita. A su lado se sentaba la imagen ilusoria de un hombre en la flor de la vida, de ojos grises y pelo rubio ceniza. Los tres iban impecablemente vestidos con lo que cualquier persona de esta época habría calificado de ropa elegante y respetable. El fantasma más joven tenía un aire orgulloso y volvía la cabeza a uno y otro lado como si estuviera disfrutando de estos momentos en la calleja ajetreada, más allá del motivo que los hubiera traído aquí a los tres. El vampiro del pelo blanco y tupido
le dirigió a Everard un leve gesto con la cabeza. Él, calladamente, perdió los papeles. «Muy bien, maldita sea —dijo en un mensaje telepático—, fulmíname si es eso lo que pretendes. Estoy demasiado asustado para ser cortés. Venga, date prisa. Pero primero, eso sí, te exijo que me digas por qué». Silenció la música del iPhone. No quería morir con banda sonora. Esperaba escuchar a la Voz riendo jubilosamente, bramando de furia. Pero la Voz no estaba allí. —Miserable cobarde —musitó entre dientes—. Has ordenado mi muerte y te retiras sin quedarte siquiera a
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ondulado y una cara de rasgos nobles.<br />
Entornaba sus ojos relucientes con una<br />
expresión amigable y tenía una boca<br />
agradable, casi bonita. A su lado se<br />
sentaba la imagen ilusoria de un hombre<br />
en la flor de la vida, de ojos grises y<br />
pelo rubio ceniza. Los tres iban<br />
impecablemente vestidos con lo que<br />
cualquier persona de esta época habría<br />
calificado de ropa elegante y respetable.<br />
<strong>El</strong> fantasma más joven tenía un aire<br />
orgulloso y volvía la cabeza a uno y otro<br />
lado como si estuviera disfrutando de<br />
estos momentos en la calleja ajetreada,<br />
más allá del motivo que los hubiera<br />
traído aquí a los tres.<br />
<strong>El</strong> vampiro del pelo blanco y tupido