El principe Lestat - Anne Rice
eber más. Recuerdo cómo gritaba la Reina aquellos primeros meses. La sed era insoportable. El monstruo quería más sangre. Las hechiceras pelirrojas se lo dijeron antes de recibir ellas mismas la Sangre. «Quiere más sangre». —Pero yo no creo que ese sea su objetivo principal —dijo Fareed—. Ni que lo haya sido nunca. ¡Aunque tampoco estoy seguro de que sea consciente de un objetivo! Eso es lo que quiero saber por encima de todo. ¿Tiene conciencia de sí? ¿Es un ser consciente alojado dentro del cuerpo de Mekare? —Pero en el comienzo mismo — dijo Gregory—, los espíritus del mundo dijeron a las gemelas que Amel, una vez
fundido con la Reina, ya no era consciente. Dijeron: «Amel ya no existe». Dijeron que ahora estaba perdido dentro de la Madre. Fareed se rio entre dientes mirando el fuego. —Yo estaba allí —dijo Gregory—. Recuerdo bien el momento en que las gemelas dijeron estas cosas. —Por supuesto que estabas allí. Lo que me asombra es que después de todas las generaciones que has visto desfilar a lo largo de tu existencia, todavía creas que esos espíritus hablaron realmente con las hechiceras. —Me consta que lo hicieron. —¿De veras? —preguntó Fareed.
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consciente. Dijeron: «Amel ya no<br />
existe». Dijeron que ahora estaba<br />
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Fareed se rio entre dientes mirando<br />
el fuego.<br />
—Yo estaba allí —dijo Gregory—.<br />
Recuerdo bien el momento en que las<br />
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—Por supuesto que estabas allí. Lo<br />
que me asombra es que después de todas<br />
las generaciones que has visto desfilar a<br />
lo largo de tu existencia, todavía creas<br />
que esos espíritus hablaron realmente<br />
con las hechiceras.<br />
—Me consta que lo hicieron.<br />
—¿De veras? —preguntó Fareed.