El principe Lestat - Anne Rice
un frescor sobrenatural, y no oía nada más que el latido del corazón de Daniel. Lentamente, le llegó la voz de Benji Mahmoud: «… informaciones de jóvenes vampiros inmolados en Shangai, en Taiwán y en Delhi…» Con respeto, con paciencia, Daniel aguardó. Marius pasó en silencio junto a él, salió a la galería y, apoyándose en la baranda blanca, aspiró la brisa del océano mientras alzaba la vista hacia el cielo pálido y luminoso. Abajo, más allá del tráfico de la avenida, la playa era toda blanca. «¡Quémalos! ¿Cómo puedes mirarlo a él y soportar la idea de que ellos
pudieran hacerle daño? Quémalos, te digo. Destruye esa casa. Destrúyelos a todos. Dales caza». —Basta —susurró él. Sus palabras se las llevó el viento—. Dime quién eres. Una risa ronca se diluyó en el silencio. Luego la Voz sonó de nuevo en su oído. —Yo nunca os haría daño a vosotros dos, ¿es que no lo sabes? Pero ¿qué son ellos para ti, sino una ofensa? ¿Acaso no te alegrabas secretamente cuando Akasha los cazaba en las calles, en los bosques y las ciénagas? ¿No te regocijabas por haber llegado al monte Ararat, en la cima del mundo, junto a tus
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un frescor sobrenatural, y no oía nada<br />
más que el latido del corazón de Daniel.<br />
Lentamente, le llegó la voz de Benji<br />
Mahmoud: «… informaciones de<br />
jóvenes vampiros inmolados en Shangai,<br />
en Taiwán y en Delhi…»<br />
Con respeto, con paciencia, Daniel<br />
aguardó.<br />
Marius pasó en silencio junto a él,<br />
salió a la galería y, apoyándose en la<br />
baranda blanca, aspiró la brisa del<br />
océano mientras alzaba la vista hacia el<br />
cielo pálido y luminoso. Abajo, más allá<br />
del tráfico de la avenida, la playa era<br />
toda blanca.<br />
«¡Quémalos! ¿Cómo puedes mirarlo<br />
a él y soportar la idea de que ellos