El principe Lestat - Anne Rice
ebedores de sangre que la consideraban un refugio seguro. ¿Y si iba allí ahora, esperaba al fin de la madrugada, cuando ellos volvieran a casa y se deslizaran en sus sucias tumbas improvisadas bajo los cimientos, y los quemaba a todos, sin dejar a uno solo, bombardeando las vigas con el Don del Fuego hasta que la estructura entera y sus habitantes quedaran destruidos? ¡Lo veía ya como si lo estuviera haciendo! ¡Casi sentía el Don del Fuego concentrándose detrás de su frente, y ese delicioso estallido de energía cuando la fuerza telequinética salía disparada como la lengua de una serpiente!
Llamas y llamas. ¡Qué preciosas eran esas llamas que bailaban en su imaginación como a cámara lenta, propagándose, expandiéndose, elevándose hacia lo alto! Pero aquello —destruir a los de su propia estirpe por el puro placer de hacerlo— no era algo que él quisiera hacer, no era algo que hubiera querido hacer en toda su larga existencia. Se sacudió la idea de encima, mientras se preguntaba cómo demonios se le había ocurrido nada semejante. «Ah, pero tú quieres hacerlo». —¿Ah, sí? —dijo. Volvió a ver la vieja casa colonial ardiendo, aquella mansión de varios pisos rodeada de
- Page 546 and 547: de viviendas privadas. Ahora volví
- Page 548 and 549: todo, era una soledad extrema. Sab
- Page 550 and 551: Lestat explica que Magnus le oblig
- Page 552 and 553: miembros en esa época de la Banda
- Page 554 and 555: se la había contado a sí mismo. P
- Page 556 and 557: te ven, no pueden hacerlo. Pero Arm
- Page 558 and 559: te vienes conmigo hacia el oeste? L
- Page 560 and 561: en el siglo XVI, en aquellas habita
- Page 562 and 563: no funcionó. Llegó la aurora, e h
- Page 564 and 565: grandes héroes de las Crónicas Va
- Page 566 and 567: odeados de cercas de hierro. »Los
- Page 568 and 569: Antoine, por favor, no vayas. Te bo
- Page 570 and 571: la mañana, cuando ya se echaba a d
- Page 572 and 573: camisa Hugo Boss y una reluciente c
- Page 574 and 575: violentos. Notó que ella vacilaba
- Page 576 and 577: de un modo casi inhumano a medida q
- Page 578 and 579: su pañuelo y lo alzó temblando, s
- Page 580 and 581: voz baja. Antoine sintió que lo ro
- Page 582 and 583: acrílica, y utilizando una sola br
- Page 584 and 585: mucho más estimulante, sí, lo hab
- Page 586 and 587: de sangre. Ay, la sed insaciable de
- Page 588 and 589: sacar el máximo provecho cuando se
- Page 590 and 591: aire aniñado, de ojos color violet
- Page 592 and 593: había suplicado después que lo ac
- Page 594 and 595: como la última? ¿Quién está det
- Page 598 and 599: jardines, en el barrio de Santa Ter
- Page 600 and 601: corriendo en todas direcciones…
- Page 602 and 603: ensordeciéndolo. Dejó en el suelo
- Page 604 and 605: un frescor sobrenatural, y no oía
- Page 606 and 607: poderosos amigos, sin haber sufrido
- Page 608 and 609: varias películas que deberíamos v
- Page 610 and 611: de un verde jardín por el que hab
- Page 612 and 613: que hay un refugio convertido en un
- Page 614 and 615: Antoine, Benji, Sybelle y el propio
- Page 616 and 617: y se lo había llevado en volandas
- Page 618 and 619: más poderosos que él, sino un alm
- Page 620 and 621: gemelas, Mekare y Maharet, que se c
- Page 622 and 623: que giraba como un torbellino por e
- Page 624 and 625: había vivido con una condena de mu
- Page 626 and 627: como engullida por una profunda ins
- Page 628 and 629: sacarles a sus víctimas humanas to
- Page 630 and 631: uscado refugio en la Madre Tierra.
- Page 632 and 633: Realmente no lo sabía. Cuando se a
- Page 634 and 635: existencia él ignoraba totalmente
- Page 636 and 637: en un palacio junto al mar, en Cart
- Page 638 and 639: desproporcionado se les otorgaba la
- Page 640 and 641: ajo el mismo techo que Marius y Pan
- Page 642 and 643: aquellos a quienes había pretendid
- Page 644 and 645: también extraía el conocimiento d
ebedores de sangre que la<br />
consideraban un refugio seguro. ¿Y si<br />
iba allí ahora, esperaba al fin de la<br />
madrugada, cuando ellos volvieran a<br />
casa y se deslizaran en sus sucias<br />
tumbas improvisadas bajo los cimientos,<br />
y los quemaba a todos, sin dejar a uno<br />
solo, bombardeando las vigas con el<br />
Don del Fuego hasta que la estructura<br />
entera y sus habitantes quedaran<br />
destruidos?<br />
¡Lo veía ya como si lo estuviera<br />
haciendo! ¡Casi sentía el Don del Fuego<br />
concentrándose detrás de su frente, y ese<br />
delicioso estallido de energía cuando la<br />
fuerza telequinética salía disparada<br />
como la lengua de una serpiente!