El principe Lestat - Anne Rice
te vienes conmigo hacia el oeste? Los dos nos salvamos de la última Quema, ¿no? Pues también nos libraremos de esta. Antoine no podía responder siquiera. Sentía un dolor terrible. Veía cómo explotaba el dolor en su mente en colores centellantes, igual que cuando había sido espantosamente quemado muchos años atrás. Rojo, amarillo, anaranjado. Así era su dolor. Tomó el violín y empezó a tocarlo suavemente, tan suavemente como puede tocarse un violín, dejando que se lamentara con él por todo lo que había sido o podría llegar a ser, y luego dejó que cantara sus sueños y esperanzas.
A la noche siguiente, después de cazar juntos por las carreteras rurales, le habló a Killer de la soledad que había sufrido a lo largo de los siglos; le explicó que había llegado a amar a los mortales tal como Lestat lo había amado a él, pero que al final siempre se había apartado de ellos, porque temía no ser capaz de crear a otro vampiro, como Lestat lo había creado a él. De hecho, Lestat había resultado gravemente herido cuando había creado a Antoine. No había sido nada fácil. No tenía nada que ver con el majestuoso Truco Oscuro descrito en las páginas de las memorias de Marius, Oro y sangre. Marius, al describir cómo había iniciado a Armand
- Page 508 and 509: habían mantenido con su dulce amis
- Page 510 and 511: feo, aborrecible, indigno de una vi
- Page 512 and 513: se tragaría despiadadamente todas
- Page 514 and 515: historias que Lestat explicaba en s
- Page 516 and 517: Nueva York por unas monedas; y un d
- Page 518 and 519: percibir el aroma de la sangre. ¿Q
- Page 520 and 521: las aceras con una gran escoba amar
- Page 522 and 523: iba a volverse loco con tanta belle
- Page 524 and 525: el viejo barrio rojo de San Francis
- Page 526 and 527: trabajaban hasta muy tarde. Era un
- Page 528 and 529: permanecía en silencio. Y también
- Page 530 and 531: Claudia». Pero ellos se habían vu
- Page 532 and 533: Acababa de leer el último libro de
- Page 534 and 535: su preciosa y elegante casa de made
- Page 536 and 537: sabido decirlo. Un encantador fondo
- Page 538 and 539: podía oírlo, débilmente pero sin
- Page 540 and 541: daño a nadie. Juntaos contra los q
- Page 542 and 543: Maharet, a Jayman, para que nos hab
- Page 544 and 545: adormilado personal del turno de no
- Page 546 and 547: de viviendas privadas. Ahora volví
- Page 548 and 549: todo, era una soledad extrema. Sab
- Page 550 and 551: Lestat explica que Magnus le oblig
- Page 552 and 553: miembros en esa época de la Banda
- Page 554 and 555: se la había contado a sí mismo. P
- Page 556 and 557: te ven, no pueden hacerlo. Pero Arm
- Page 560 and 561: en el siglo XVI, en aquellas habita
- Page 562 and 563: no funcionó. Llegó la aurora, e h
- Page 564 and 565: grandes héroes de las Crónicas Va
- Page 566 and 567: odeados de cercas de hierro. »Los
- Page 568 and 569: Antoine, por favor, no vayas. Te bo
- Page 570 and 571: la mañana, cuando ya se echaba a d
- Page 572 and 573: camisa Hugo Boss y una reluciente c
- Page 574 and 575: violentos. Notó que ella vacilaba
- Page 576 and 577: de un modo casi inhumano a medida q
- Page 578 and 579: su pañuelo y lo alzó temblando, s
- Page 580 and 581: voz baja. Antoine sintió que lo ro
- Page 582 and 583: acrílica, y utilizando una sola br
- Page 584 and 585: mucho más estimulante, sí, lo hab
- Page 586 and 587: de sangre. Ay, la sed insaciable de
- Page 588 and 589: sacar el máximo provecho cuando se
- Page 590 and 591: aire aniñado, de ojos color violet
- Page 592 and 593: había suplicado después que lo ac
- Page 594 and 595: como la última? ¿Quién está det
- Page 596 and 597: ebedores de sangre que la considera
- Page 598 and 599: jardines, en el barrio de Santa Ter
- Page 600 and 601: corriendo en todas direcciones…
- Page 602 and 603: ensordeciéndolo. Dejó en el suelo
- Page 604 and 605: un frescor sobrenatural, y no oía
- Page 606 and 607: poderosos amigos, sin haber sufrido
te vienes conmigo hacia el oeste? Los<br />
dos nos salvamos de la última Quema,<br />
¿no? Pues también nos libraremos de<br />
esta.<br />
Antoine no podía responder<br />
siquiera. Sentía un dolor terrible. Veía<br />
cómo explotaba el dolor en su mente en<br />
colores centellantes, igual que cuando<br />
había sido espantosamente quemado<br />
muchos años atrás. Rojo, amarillo,<br />
anaranjado. Así era su dolor. Tomó el<br />
violín y empezó a tocarlo suavemente,<br />
tan suavemente como puede tocarse un<br />
violín, dejando que se lamentara con él<br />
por todo lo que había sido o podría<br />
llegar a ser, y luego dejó que cantara sus<br />
sueños y esperanzas.