El principe Lestat - Anne Rice
habían mantenido con su dulce amistad, y renunciar a la presa fácil de los marineros borrachos del puerto. Vagó de ciudad en ciudad, tocando en las pequeñas y estridentes orquestas de los teatros donde le daban trabajo. Nunca le duraba mucho. Era un vampiro, al fin y al cabo, aunque tuviese un aspecto humano; y los vampiros no pueden pasar por humanos indefinidamente en un círculo reducido. Enseguida empezaban a observarlo, a hacerle preguntas, y luego lo evitaban y le manifestaban su aversión, como si hubieran descubierto entre ellos a un leproso. Pero sus múltiples conocidos entre
los mortales seguían reconfortándolo. Ningún vampiro puede vivir solo de la sangre y el asesinato; todos los vampiros necesitan calor humano, o eso pensaba él. De vez en cuando encontraba un amigo íntimo entre aquellos que no cuestionaban sus excentricidades, sus hábitos y su piel gélida. El viejo siglo expiró. Nació el nuevo siglo, y él empezó a rehuir las luces eléctricas, aferrándose a la bendita oscuridad de las callejas. Ahora estaba totalmente curado; no quedaba señal alguna de sus antiguas heridas. De hecho, parecía haberse vuelto más vigoroso con los años. Aun así, se sentía
- Page 458 and 459: peculiar, le explicó que la tía M
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- Page 496 and 497: se quedaba dormido sobre el piano.
- Page 498 and 499: convertido en un monstruo. —Han i
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los mortales seguían reconfortándolo.<br />
Ningún vampiro puede vivir solo de la<br />
sangre y el asesinato; todos los<br />
vampiros necesitan calor humano, o eso<br />
pensaba él. De vez en cuando<br />
encontraba un amigo íntimo entre<br />
aquellos que no cuestionaban sus<br />
excentricidades, sus hábitos y su piel<br />
gélida.<br />
<strong>El</strong> viejo siglo expiró. Nació el<br />
nuevo siglo, y él empezó a rehuir las<br />
luces eléctricas, aferrándose a la bendita<br />
oscuridad de las callejas. Ahora estaba<br />
totalmente curado; no quedaba señal<br />
alguna de sus antiguas heridas. De<br />
hecho, parecía haberse vuelto más<br />
vigoroso con los años. Aun así, se sentía