El principe Lestat - Anne Rice
Era como si hubiera despertado de un sueño. Ahora, durante años, el violín fue su instrumento, e incluso tocaba en los velorios por dinero. De nuevo consiguió convertirse en un gentleman, con un pequeño apartamento provisto de cuadros, de un reloj de latón y de un armario lleno de ropa refinada. Pero todo aquello había acabado en nada. Se sentía solo, desesperado. El mundo parecía vacío de monstruos semejantes a él. Había vagabundeado hacia el oeste, sin saber bien por qué. En la década de 1880 se había dedicado a tocar el piano en los antros de vicio del barrio rojo de San Francisco y cazaba entre los
marineros para alimentarse. Fue ascendiendo desde los garitos del puerto hasta los salones de baile y los burdeles franceses y chinos, mientras se daba atracones entre la chusma de las callejas oscuras donde proliferaba el crimen. Poco a poco fue descubriendo que en los prostíbulos de lujo lo adoraban, incluso en los refinados, y pronto se vio rodeado de una serie de admiradoras de vida alegre, que constituían para él un consuelo y se libraban por tanto de su sed asesina. En los burdeles de Chinatown se enamoró de las dulces y exóticas esclavas que se deleitaban con su música.
- Page 454 and 455: Ahora estaba soñando otra vez. Una
- Page 456 and 457: acercó a la cama. Ah, qué extraor
- Page 458 and 459: peculiar, le explicó que la tía M
- Page 460 and 461: como si estuviera soñando. Sintió
- Page 462 and 463: castaños de expresión compasiva.
- Page 464 and 465: —¿El hijo del tío Lestan? — e
- Page 466 and 467: No le importaba quién fuera la ví
- Page 468 and 469: la mano. Los seres humanos lo mirab
- Page 470 and 471: io a carcajadas al recordarlo. E in
- Page 472 and 473: Pero había sido lo bastante astuto
- Page 474 and 475: chica se estremeció y tembló como
- Page 476 and 477: alternativamente—. Venid. Ese era
- Page 478 and 479: le pasaba lo mismo. «Qué estúpid
- Page 480 and 481: palabras. —¿Qué me importan a m
- Page 482 and 483: Le dolía la cabeza. Retrocedió, t
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- Page 490 and 491: catarata de estribillos violentos y
- Page 492 and 493: daba igual. Si el diablo tenía un
- Page 494 and 495: en él. Un tipo encantador, Lestat,
- Page 496 and 497: se quedaba dormido sobre el piano.
- Page 498 and 499: convertido en un monstruo. —Han i
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- Page 502 and 503: víctimas, se convirtieron para él
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Era como si hubiera despertado de<br />
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consiguió convertirse en un gentleman,<br />
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cuadros, de un reloj de latón y de un<br />
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todo aquello había acabado en nada. Se<br />
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Había vagabundeado hacia el oeste,<br />
sin saber bien por qué. En la década de<br />
1880 se había dedicado a tocar el piano<br />
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San Francisco y cazaba entre los