El principe Lestat - Anne Rice
io a carcajadas al recordarlo. E incluso mucho antes, él siempre se había reído de las amenazas de quienes lo rodeaban. Los vampiros-sacerdotes del templo de la Madre nunca se cansaban de lanzarle amenazas, de advertirle que lo castigarían si no se sometía a las normas de su culto. A él siempre le había asombrado el apocamiento de los dioses de sangre que se sometían a tales normas. Y cuando había llevado a sus neófitos al templo para beber la Sangre de la Madre, aquellos cobardes sacerdotes se habían echado atrás, no se habían atrevido a desafiarlo. La última vez había llevado a esa
chica preciosa, a esa griega llamada Eudoxia, y le había dicho que bebiera de la Madre. Los sacerdotes se habían puesto furiosos. ¿Y la Madre? En aquel entonces, ya no era más que una estatua llena de la Sangre. En eso acababan todas las monsergas sobre divinidad y elevadas misiones, sobre motivos para sufrir, sacrificarse y obedecer. Incluso si se remontaba a sus recuerdos más antiguos, a la primera vez que había sido llevado ante la presencia de la Madre por un anciano, para beber de ella y convertirse en un dios de sangre, había pensado que todo aquello eran tonterías, una sarta de mentiras.
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io a carcajadas al recordarlo.<br />
E incluso mucho antes, él siempre se<br />
había reído de las amenazas de quienes<br />
lo rodeaban. Los vampiros-sacerdotes<br />
del templo de la Madre nunca se<br />
cansaban de lanzarle amenazas, de<br />
advertirle que lo castigarían si no se<br />
sometía a las normas de su culto. A él<br />
siempre le había asombrado el<br />
apocamiento de los dioses de sangre que<br />
se sometían a tales normas. Y cuando<br />
había llevado a sus neófitos al templo<br />
para beber la Sangre de la Madre,<br />
aquellos cobardes sacerdotes se habían<br />
echado atrás, no se habían atrevido a<br />
desafiarlo.<br />
La última vez había llevado a esa