El principe Lestat - Anne Rice
mensajes, los pensamientos, pueden transmitirse a través de otras mentes, y bien podría ser que este pobre miserable estuviera musitando para sí mismo en la otra punta del planeta. Como digo, aquel ser farfullaba mezclando lenguas antiguas y modernas, a veces encadenando una frase entera en latín o en griego, luego cayendo en una repetición de expresiones modernas… frases de películas e incluso de canciones. Una y otra vez pedía socorro de un modo que recordaba a aquel diminuto humano con cabeza de mosca, al final de aquella obra maestra de la serie B. «Ayúdame, ayúdame», decía, como si también estuviera atrapado en
una telaraña y una gigantesca araña se acercara hacia él. «De acuerdo, está bien, qué puedo hacer por ti», le preguntaba yo, y él me respondía de inmediato. (¿Estaba tan cerca? ¿O se trataba solo del mejor sistema de transmisión en el mundo de los nomuertos?). —Escúchame, ven a mí —decía. Y lo repetía sin parar: una y otra vez, noche tras noche, hasta que ya solo era un ruido. Yo siempre he sido capaz de desconectar. Sin problemas. Si eres un vampiro, una de dos: o aprendes a desconectar de las voces telepáticas o te vuelves loco de remate. Con la misma
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transmitirse a través de otras mentes, y<br />
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Como digo, aquel ser farfullaba<br />
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a veces encadenando una frase entera en<br />
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repetición de expresiones modernas…<br />
frases de películas e incluso de<br />
canciones. Una y otra vez pedía socorro<br />
de un modo que recordaba a aquel<br />
diminuto humano con cabeza de mosca,<br />
al final de aquella obra maestra de la<br />
serie B. «Ayúdame, ayúdame», decía,<br />
como si también estuviera atrapado en