El principe Lestat - Anne Rice
egresara a mi propio y poderoso cuerpo vampírico, una vez desechado el viejo sueño de volver a ser humano. Y fue después de haber estado en el cielo y en el infierno con un espíritu llamado Memnoch, después de haber regresado a la tierra convertido en un explorador herido, ya sin hambre de conocimiento, de verdad y de belleza. Derrotado, yací durante años en el suelo de una capilla de Nueva Orleáns, dentro de un antiguo convento, ajeno al incesante trasiego de inmortales que me rodeaba. Yo los oía y deseaba responderles, pero había algo que me impedía devolver una mirada, contestar una pregunta, reaccionar ante un beso o
un murmullo de afecto. Y fue entonces cuando oí la Voz por primera vez. Masculina, insistente, resonando en mi cerebro. Farfullando, como he dicho. Y pensé, bueno, quizá nosotros, los bebedores de sangre, también podemos volvernos locos como los mortales, ¿no?, y esto debe de ser un producto de mi mente deformada. O acaso es un bebedor de sangre anciano y tremendamente decrépito que dormita por aquí cerca y cuyas desdichas capto telepáticamente. En nuestro mundo hay límites físicos para la telepatía. Por supuesto. Pero, por otro lado, las voces, las súplicas, los
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egresara a mi propio y poderoso cuerpo<br />
vampírico, una vez desechado el viejo<br />
sueño de volver a ser humano.<br />
Y fue después de haber estado en el<br />
cielo y en el infierno con un espíritu<br />
llamado Memnoch, después de haber<br />
regresado a la tierra convertido en un<br />
explorador herido, ya sin hambre de<br />
conocimiento, de verdad y de belleza.<br />
Derrotado, yací durante años en el<br />
suelo de una capilla de Nueva Orleáns,<br />
dentro de un antiguo convento, ajeno al<br />
incesante trasiego de inmortales que me<br />
rodeaba. Yo los oía y deseaba<br />
responderles, pero había algo que me<br />
impedía devolver una mirada, contestar<br />
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