El principe Lestat - Anne Rice
nunca había pretendido hacer daño a nadie. —Ya lo sé —dijo él—. Fue algo insignificante. No fue nada. Tu tío no está enfadado contigo. Jamás se enfadaría contigo por una cosa así. Y ahora duerme. Cuando llegó el tío Lestan, Rose ya había salido del hospital y estaba con la tía Marge en un apartamento de Miami Beach. Había perdido peso, se sentía frágil y se sobresaltaba al menor ruido. Pero estaba mucho mejor. El tío Lestan la abrazó y luego salieron a caminar juntos por la playa. —Quiero que vayas a Nueva York —dijo su tío—. Nueva York es la
capital del mundo. Y quiero que estudies allí. La tía Marge te acompañará. La tía Julie se quedará en Florida. Ese es su hogar, y no se adaptaría a la gran ciudad. Pero la tía Marge cuidará de ti. Y ahora contaréis también con unos guardias de confianza que se encargarán de vuestra seguridad. Quiero que tengas la mejor educación. —Y añadió—: Recuerda, Rose, que todo lo que has sufrido, por malo que haya sido, puede servirte para convertirte en una persona más fuerte. Hablaron durante horas; no sobre el horroroso centro cristiano, sino sobre otras cosas: la pasión de Rose por los libros, su sueño de escribir poesía y relatos algún día, su entusiasmo por
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nunca había pretendido hacer daño a<br />
nadie.<br />
—Ya lo sé —dijo él—. Fue algo<br />
insignificante. No fue nada. Tu tío no<br />
está enfadado contigo. Jamás se<br />
enfadaría contigo por una cosa así. Y<br />
ahora duerme.<br />
Cuando llegó el tío Lestan, Rose ya<br />
había salido del hospital y estaba con la<br />
tía Marge en un apartamento de Miami<br />
Beach. Había perdido peso, se sentía<br />
frágil y se sobresaltaba al menor ruido.<br />
Pero estaba mucho mejor. <strong>El</strong> tío Lestan<br />
la abrazó y luego salieron a caminar<br />
juntos por la playa.<br />
—Quiero que vayas a Nueva York<br />
—dijo su tío—. Nueva York es la