El principe Lestat - Anne Rice
de este hombre eran verdes. Se le acercó, la recogió del jergón, la envolvió con algo cálido y luego se elevaron hacia lo alto. Rose vio llamas por todas partes a medida que ascendían. El complejo entero estaba ardiendo. El hombre la llevó hacia arriba, hacia el cielo, tal como había ocurrido muchos años atrás por encima de la islita. El aire era maravillosamente fresco y limpio. —Sí, las estrellas… —murmuró Rose. Cuando vio aquel despliegue de estrellas rutilantes como diamantes,
volvió a ser aquella niñita en brazos del tío Lestan. Una suave voz le habló al oído: —Duerme, Rose. Ahora estás a salvo. Voy a llevarte con tu tío Lestan. Despertó en la habitación de un hospital. Estaba rodeada de gente con bata y mascarilla. Una amable voz femenina: —Te pondrás bien, cariño. Te estoy dando una cosa para que te duermas. Detrás de la enfermera estaba aquel hombre, el del pelo negro y los ojos verdes, el que la había llevado allí. Tenía la misma piel oscura y bronceada de su tío Lestan, y sus dedos parecían de seda mientras le acariciaba la mejilla.
- Page 324 and 325: —Ten por seguro que los escogen c
- Page 326 and 327: ataúdes y sus guaridas. Le dije a
- Page 328 and 329: de los dedos. —¿Y tú? —pregun
- Page 330 and 331: cuando oí algo: un sonido lastimer
- Page 332 and 333: pudiera darme cuenta, me hundió lo
- Page 334 and 335: otra dirección de e-mail de otro p
- Page 336 and 337: A decir verdad, perdí el pequeño
- Page 338 and 339: Voz. Tengo cosas que hacer. —Ya m
- Page 340 and 341: siquiera me había molestado en dar
- Page 342 and 343: Segunda parte La autopista abierta
- Page 344 and 345: odeaba el tío Lestan con sus brazo
- Page 346 and 347: la había llevado de la casita de l
- Page 348 and 349: príncipe estudiante. A ella la can
- Page 350 and 351: terso, sin hebillas. No unas botas
- Page 352 and 353: primera y la última vez que vio en
- Page 354 and 355: en toda la escuela, y, en un abrir
- Page 356 and 357: él solo, y Rose se reía por lo ba
- Page 358 and 359: Lestan no las acompañó, pero corr
- Page 360 and 361: Al cumplir los quince años, Rose s
- Page 362 and 363: La tía Marge y la tía Julie se pu
- Page 364 and 365: música que has estado escuchando»
- Page 366 and 367: se le permitiría llamar a su «fam
- Page 368 and 369: vigilantes de sus guardianas, no lo
- Page 370 and 371: él. Forcejeó con toda su alma, gr
- Page 372 and 373: terminar su vida, pensó. Y quizás
- Page 376 and 377: —Soy amigo de tu tío, Rose —di
- Page 378 and 379: enfermera. Rose parpadeó con los o
- Page 380 and 381: nunca había pretendido hacer daño
- Page 382 and 383: Nueva York, su vehemente deseo de e
- Page 384 and 385: Su hogar incluyó enseguida un ama
- Page 386 and 387: Broadway y a muchas de las obras te
- Page 388 and 389: Ella nunca le había contado a nadi
- Page 390 and 391: peligro, supuestamente, de converti
- Page 392 and 393: Problemáticos y sobre otros escán
- Page 394 and 395: arreglado, y Rose y Marge se mudaro
- Page 396 and 397: Su padre y su madre habían falleci
- Page 398 and 399: hogar para su esposo y sus hijos, p
- Page 400 and 401: Y de repente se transformó en un t
- Page 402 and 403: ocupada con otras cosas. Y después
- Page 404 and 405: Deseaba desesperadamente hablar con
- Page 406 and 407: dedos, y se estremeció. Rose habr
- Page 408 and 409: como los demás chóferes, y dejó
- Page 410 and 411: alfombra, y cruzaron un oscuro corr
- Page 412 and 413: ¿Cómo podía llegar a ser algo ta
- Page 414 and 415: deseaba escucharla. Ella se sentía
- Page 416 and 417: gemido. Con cautela, Rose se sentó
- Page 418 and 419: citas bien los nombres! —exclamó
- Page 420 and 421: Se bajó de la cama, con piernas va
- Page 422 and 423: haber creído que podía contarle s
de este hombre eran verdes. Se le<br />
acercó, la recogió del jergón, la<br />
envolvió con algo cálido y luego se<br />
elevaron hacia lo alto.<br />
Rose vio llamas por todas partes a<br />
medida que ascendían. <strong>El</strong> complejo<br />
entero estaba ardiendo.<br />
<strong>El</strong> hombre la llevó hacia arriba,<br />
hacia el cielo, tal como había ocurrido<br />
muchos años atrás por encima de la<br />
islita.<br />
<strong>El</strong> aire era maravillosamente fresco<br />
y limpio.<br />
—Sí, las estrellas… —murmuró<br />
Rose.<br />
Cuando vio aquel despliegue de<br />
estrellas rutilantes como diamantes,