El principe Lestat - Anne Rice
varios años —dijo David—. Todo está digitalizado; y las reliquias se conservan en condiciones ambientales de museo bajo las Casas Matriz de Ámsterdam y Londres. Cada una de las reliquias ha sido fotografiada, grabada en vídeo, descrita, estudiada, clasificada, etcétera. Ya habían empezado todo el trabajo años atrás, cuando yo todavía era el Superior General. —¿Mantienes contacto directo con ellos? —le preguntó Jesse. Ella misma nunca había querido hacerlo. Desde que había sido iniciada en la Sangre, nunca había intentado contactar con sus viejos amigos de la Orden. Había sido yo el que había iniciado a David, no ella. En
una época, estuve acosando a los miembros de la Talamasca; tendiéndoles trampas, captándolos. Pero de todo eso ya hacía mucho tiempo. —No —dijo David—. No los molesto. Pero en ocasiones he visitado a mis viejos amigos en su lecho de muerte. Me he sentido en la obligación de hacerlo. Y para mí es relativamente fácil acceder a las Casas Matriz y entrar en las habitaciones de los enfermos. Lo hago porque quiero despedirme de esos viejos amigos mortales. Y, además, comprendo lo que experimentan. Morir sin infinidad de respuestas. Morir sin haber aprendido nada a través de la Talamasca que resultara transformador o
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varios años —dijo David—. Todo está<br />
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Londres. Cada una de las reliquias ha<br />
sido fotografiada, grabada en vídeo,<br />
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Ya habían empezado todo el trabajo<br />
años atrás, cuando yo todavía era el<br />
Superior General.<br />
—¿Mantienes contacto directo con<br />
ellos? —le preguntó Jesse. <strong>El</strong>la misma<br />
nunca había querido hacerlo. Desde que<br />
había sido iniciada en la Sangre, nunca<br />
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amigos de la Orden. Había sido yo el<br />
que había iniciado a David, no ella. En