El principe Lestat - Anne Rice
había encarnado siempre al romano racional, al firme creyente en la razón, la ley y el orden. Y entonces había sido otro bebedor de sangre, Thorne (un antiguo neófito de Maharet, un viejo escandinavo pelirrojo y romántico que acababa de emerger de la bendita soledad de la tierra), quien había destruido a Santino por sus propios motivos personales. Había sido en verdad una violenta y desagradable escena la que se había producido cuando Santino fue quemado por Thorne ante los mismísimos ojos de Maharet. Ella había llorado. Su indignación no había sido tanto la de una reina como la de la dueña de un hogar mancillado. Thorne, tras
este acto de desobediencia y desafío, le había ofrecido a Maharet un preciado presente: sus ojos sobrenaturales. Maharet había estado ciega durante toda su vida como bebedora de sangre. Cegada por Akasha antes de ser iniciada en la Sangre, había usado los ojos de sus víctimas mortales; pero esos ojos no le duraban mucho. Thorne le había dado sus ojos vampíricos. Le había pedido a la muda e impasible Mekare que se los sacara y se los entregara a su hermana. Y Mekare lo había hecho. Después, Thorne había permanecido en el complejo, según todas las informaciones, convertido en prisionero de las gemelas, ciego, sufriendo, tal vez
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este acto de desobediencia y desafío, le<br />
había ofrecido a Maharet un preciado<br />
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Maharet había estado ciega durante<br />
toda su vida como bebedora de sangre.<br />
Cegada por Akasha antes de ser iniciada<br />
en la Sangre, había usado los ojos de sus<br />
víctimas mortales; pero esos ojos no le<br />
duraban mucho. Thorne le había dado<br />
sus ojos vampíricos. Le había pedido a<br />
la muda e impasible Mekare que se los<br />
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Y Mekare lo había hecho. Después,<br />
Thorne había permanecido en el<br />
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de las gemelas, ciego, sufriendo, tal vez