El principe Lestat - Anne Rice
océano. ¿Qué encantos albergaría su gran castillo?, ¿y qué clase de corte se reuniría allí, en aquellas estancias de piedra que él ya ardía en deseos de ver? No pudo por menos de sonreírse al pensar en la sencilla fanfarronería con la que Lestat había realizado los sueños colectivos de la tribu. El camino no sería llano, no podía serlo; la facilidad nunca podía constituir la meta. El peso de la conciencia formaba parte del corazón humano de Louis, y del corazón de cualquier bebedor de sangre que él hubiese conocido, incluido Armand. Y la lucha por la bondad, por la auténtica bondad, los obsesionaría —tenía que
obsesionarlos— a todos. Ese era el milagro que unía ahora a toda la tribu. Qué maravilloso le parecía de repente que esa lucha pudiera destruir con una fuerza innegable las viejas dualidades que lo habían esclavizado durante tanto tiempo. Pero bajó la vista al hombre que yacía muerto a sus pies, y una pena terrible se abatió sobre él. «La muerte es la madre de la belleza». Era un verso de un poema de Wallace Stevens, y ahora resonó en su interior con una dolorosa ironía. La belleza para mí, tal vez; pero no la belleza para este al que he destruido.
- Page 1792 and 1793: Sevraine. Esta me dijo que habían
- Page 1794 and 1795: Por supuesto que lo estaban. —Sé
- Page 1796 and 1797: de qué serviría ponerse sentiment
- Page 1798 and 1799: debemos. Tampoco nosotros podemos s
- Page 1800 and 1801: sangre a modo de bendición. Y ser
- Page 1802 and 1803: los pájaros y el rumor de las voce
- Page 1804 and 1805: una de esas ciudades: todos aquello
- Page 1806 and 1807: Mahmoud se dirigía al mundo. Una p
- Page 1808 and 1809: neblinoso del Mediterráneo para ad
- Page 1810 and 1811: 31 Rose EL PUEBLO DE LA LUNA Y LAS
- Page 1812 and 1813: verdad, no sé quién es su padre»
- Page 1814 and 1815: «No queréis ocuparos de mí, ¿po
- Page 1816 and 1817: —Se está muriendo —dijo alguie
- Page 1818 and 1819: ¡Se le llenó la boca! Un gran gem
- Page 1820 and 1821: los labios abiertos sobre el cuello
- Page 1822 and 1823: con ellos y Pandora le puso los lab
- Page 1824 and 1825: dos solos, bajo la lluvia suave y c
- Page 1826 and 1827: corte, a la que todos habrían de c
- Page 1828 and 1829: población innumerable que lo rodea
- Page 1830 and 1831: Recordaba muy bien que entonces hab
- Page 1832 and 1833: evelaciones sacrosantas que él hab
- Page 1834 and 1835: sobrevivido. Sí, había sido derro
- Page 1836 and 1837: sinuosa, como si estuviera formulan
- Page 1838 and 1839: Lentamente se acercó. Ah, la vieja
- Page 1840 and 1841: cierto —suspiró Louis—, por tu
- Page 1844 and 1845: Le entró terror, un terror que qui
- Page 1846 and 1847: Pero también, por una vez, se le p
- Page 1848 and 1849: Apéndice I Personajes en orden cro
- Page 1850 and 1851: los primeros años para capitanear
- Page 1852 and 1853: Lydia, iniciada en la Sangre por Ma
- Page 1854 and 1855: Rhoshamandes en torno al año 800.
- Page 1856 and 1857: alrededor de 1498. Bianca Solderini
- Page 1858 and 1859: Lestat en 1860. Daniel Molloy. Un a
- Page 1860 and 1861: en torno a 1986, en Bombay. Benjami
- Page 1862 and 1863: Apéndice II Guía informal de las
- Page 1864 and 1865: evela los antiguos secretos de la t
- Page 1866 and 1867: General de la Orden de la Talamasca
- Page 1868 and 1869: habrá de rescatarlo el poderoso y
- Page 1870 and 1871: elación de Merrick con los no-muer
- Page 1872 and 1873: 13. El príncipe Lestat (2014). El
- Page 1874 and 1875: San Francisco donde se graduó en F
obsesionarlos— a todos. Ese era el<br />
milagro que unía ahora a toda la tribu.<br />
Qué maravilloso le parecía de<br />
repente que esa lucha pudiera destruir<br />
con una fuerza innegable las viejas<br />
dualidades que lo habían esclavizado<br />
durante tanto tiempo.<br />
Pero bajó la vista al hombre que<br />
yacía muerto a sus pies, y una pena<br />
terrible se abatió sobre él.<br />
«La muerte es la madre de la<br />
belleza».<br />
Era un verso de un poema de<br />
Wallace Stevens, y ahora resonó en su<br />
interior con una dolorosa ironía. La<br />
belleza para mí, tal vez; pero no la<br />
belleza para este al que he destruido.