El principe Lestat - Anne Rice
corte, a la que todos habrían de concurrir. ¡Qué hermosos y perfectos estaban Viktor y Rose! ¡Y cómo se amaban aún el uno al otro, y con qué ilusión habían acogido su nueva visión, sus nuevos poderes, sus nuevas esperanzas! Ay, unos neófitos magníficos. Solo caía una tenue lluvia sobre el banco del jardín trasero, cubierto como estaba bajo el roble más grande de todos. Las gotas repicaban en el follaje, pero apenas llegaban abajo. Louis se hallaba sentado allí, apoyado en el tronco del árbol, con un ejemplar de su libro de memorias, Entrevista con el vampiro, el libro que
había dado lugar a las Crónicas Vampíricas, abierto sobre el regazo. Llevaba su abrigo oscuro favorito, bastante raído ya, pero muy cómodo, sus pantalones de franela favoritos y una excelente camisa blanca con botones de madreperla y estrafalarios encajes, que Armand le había obligado a aceptar. Pero a él los encajes nunca le habían molestado. Hacía un tiempo cálido impropio de septiembre. Pero le gustaba. Le gustaba la humedad del aire y la música de la lluvia, y le encantaba el fragor incesante de la ciudad, una parte integrante de ella en la misma medida que el rumor del Misisipi lo era de Nueva Orleáns. La
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corte, a la que todos habrían de<br />
concurrir. ¡Qué hermosos y perfectos<br />
estaban Viktor y Rose! ¡Y cómo se<br />
amaban aún el uno al otro, y con qué<br />
ilusión habían acogido su nueva visión,<br />
sus nuevos poderes, sus nuevas<br />
esperanzas! Ay, unos neófitos<br />
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Solo caía una tenue lluvia sobre el<br />
banco del jardín trasero, cubierto como<br />
estaba bajo el roble más grande de<br />
todos. Las gotas repicaban en el follaje,<br />
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Louis se hallaba sentado allí,<br />
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Entrevista con el vampiro, el libro que