El principe Lestat - Anne Rice
«No queréis ocuparos de mí, ¿por qué habríais de querer? ¿Y quién se ocupó de mí que no cobrara por atenderme, por educarme, por cuidarme, por quererme? ¿Por qué no se ha acabado ya todo? ¿Por qué sigo hundiéndome cada vez más?» El tío Lestan se le acercó. El tío Lestan. Radiante, caminando hacia ella, con su chaqueta roja de terciopelo y sus botas negras, acercándose, imparable, audaz, tendiéndole las manos. —¡Rose! —gritó. Ella lo llamó a gritos. —¡Tío Lestan, sácame de aquí, por favor, no les dejes que…! ¡Ayúdame! Gardner la estranguló hasta dejarla
sin voz. Pero el tío Lestan se alzó sobre ella, con el rostro reluciente a la luz de las velas, de todas aquellas velas innumerables. —¡Ayúdame! —gritó Rose. Él se inclinó para besarla y ella sintió las agujas, esas agujas afiladas y espantosas en el cuello. —¡No es suficiente sangre! —gritó Marius. —La suficiente —dijo el tío Lestan — para que yo entre en ella. La negrura tenía peso y masa, y se volvía cada vez más densa en torno de ellos. Ahora todos hablaban a la vez, Gardner, la señora Hays, su abuela.
- Page 1764 and 1765: Nuestra conversación —repetí—
- Page 1766 and 1767: pañuelo de encaje en el cuello; cu
- Page 1768 and 1769: Sagrado. No vi ningún motivo para
- Page 1770 and 1771: mansión. —Debéis abandonar esta
- Page 1772 and 1773: podéis confiar en mí y de que, ju
- Page 1774 and 1775: en modo alguno. Gremt y Magnus iban
- Page 1776 and 1777: inspiró una cierta simpatía, un s
- Page 1778 and 1779: aviso. Ya me doy cuenta de que te e
- Page 1780 and 1781: Armand observaba la escena, arrimad
- Page 1782 and 1783: atractivos. Me vi obligado a pregun
- Page 1784 and 1785: El fantasma de Magnus, tan sólido
- Page 1786 and 1787: observaba y como ellos me observaba
- Page 1788 and 1789: frente a ellos. Estaba ahí, sí, p
- Page 1790 and 1791: saludaras y los invitaras a tu casa
- Page 1792 and 1793: Sevraine. Esta me dijo que habían
- Page 1794 and 1795: Por supuesto que lo estaban. —Sé
- Page 1796 and 1797: de qué serviría ponerse sentiment
- Page 1798 and 1799: debemos. Tampoco nosotros podemos s
- Page 1800 and 1801: sangre a modo de bendición. Y ser
- Page 1802 and 1803: los pájaros y el rumor de las voce
- Page 1804 and 1805: una de esas ciudades: todos aquello
- Page 1806 and 1807: Mahmoud se dirigía al mundo. Una p
- Page 1808 and 1809: neblinoso del Mediterráneo para ad
- Page 1810 and 1811: 31 Rose EL PUEBLO DE LA LUNA Y LAS
- Page 1812 and 1813: verdad, no sé quién es su padre»
- Page 1816 and 1817: —Se está muriendo —dijo alguie
- Page 1818 and 1819: ¡Se le llenó la boca! Un gran gem
- Page 1820 and 1821: los labios abiertos sobre el cuello
- Page 1822 and 1823: con ellos y Pandora le puso los lab
- Page 1824 and 1825: dos solos, bajo la lluvia suave y c
- Page 1826 and 1827: corte, a la que todos habrían de c
- Page 1828 and 1829: población innumerable que lo rodea
- Page 1830 and 1831: Recordaba muy bien que entonces hab
- Page 1832 and 1833: evelaciones sacrosantas que él hab
- Page 1834 and 1835: sobrevivido. Sí, había sido derro
- Page 1836 and 1837: sinuosa, como si estuviera formulan
- Page 1838 and 1839: Lentamente se acercó. Ah, la vieja
- Page 1840 and 1841: cierto —suspiró Louis—, por tu
- Page 1842 and 1843: océano. ¿Qué encantos albergarí
- Page 1844 and 1845: Le entró terror, un terror que qui
- Page 1846 and 1847: Pero también, por una vez, se le p
- Page 1848 and 1849: Apéndice I Personajes en orden cro
- Page 1850 and 1851: los primeros años para capitanear
- Page 1852 and 1853: Lydia, iniciada en la Sangre por Ma
- Page 1854 and 1855: Rhoshamandes en torno al año 800.
- Page 1856 and 1857: alrededor de 1498. Bianca Solderini
- Page 1858 and 1859: Lestat en 1860. Daniel Molloy. Un a
- Page 1860 and 1861: en torno a 1986, en Bombay. Benjami
- Page 1862 and 1863: Apéndice II Guía informal de las
sin voz.<br />
Pero el tío Lestan se alzó sobre ella,<br />
con el rostro reluciente a la luz de las<br />
velas, de todas aquellas velas<br />
innumerables.<br />
—¡Ayúdame! —gritó Rose. Él se<br />
inclinó para besarla y ella sintió las<br />
agujas, esas agujas afiladas y espantosas<br />
en el cuello.<br />
—¡No es suficiente sangre! —gritó<br />
Marius.<br />
—La suficiente —dijo el tío Lestan<br />
— para que yo entre en ella.<br />
La negrura tenía peso y masa, y se<br />
volvía cada vez más densa en torno de<br />
ellos. Ahora todos hablaban a la vez,<br />
Gardner, la señora Hays, su abuela.