El principe Lestat - Anne Rice

09.12.2015 Views

debemos. Tampoco nosotros podemos soportar la mera posibilidad de que nos fuerais arrebatados en el momento menos pensado por un horrible accidente. Una vez que la Sangre ha sido ofrecida, ya no hay espera ni preparación que valga. Rose me besó en la mejilla. Viktor permaneció pacientemente a mi lado, sonriendo. —Muy bien, criaturas —dije—. Este es un gran momento. No pude reprimir las lágrimas. El reloj estaba a punto de dar las nueve. Arriba, en el salón de baile, aguardaban Marius y Pandora, y habría sido egoísta por mi parte prolongar más

la espera. Toda la casa estaba impregnada de la fragancia de las flores. —Este es el mejor de los dones — susurré, mientras las lágrimas me empañaban la vista—. Es el don que nosotros podemos conceder e implica una vida eterna. Ellos me abrazaron con fuerza. —Subid ya —dije—. Os están esperando. Antes de que salga el sol, habréis nacido a la Oscuridad. Pero entonces veréis la luz como jamás os la habíais imaginado. Como dijo una vez Marius: «una iluminación inagotable bajo la cual entender todas las cosas». Y cuando vuelva a veros, os daré mi

debemos. Tampoco nosotros podemos<br />

soportar la mera posibilidad de que nos<br />

fuerais arrebatados en el momento<br />

menos pensado por un horrible<br />

accidente. Una vez que la Sangre ha sido<br />

ofrecida, ya no hay espera ni<br />

preparación que valga.<br />

Rose me besó en la mejilla. Viktor<br />

permaneció pacientemente a mi lado,<br />

sonriendo.<br />

—Muy bien, criaturas —dije—. Este<br />

es un gran momento.<br />

No pude reprimir las lágrimas. <strong>El</strong><br />

reloj estaba a punto de dar las nueve.<br />

Arriba, en el salón de baile,<br />

aguardaban Marius y Pandora, y habría<br />

sido egoísta por mi parte prolongar más

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