El principe Lestat - Anne Rice
inspiró una cierta simpatía, un sentimiento caluroso, porque atisbaba en él emociones que podía comprender. No, no parecía desprovisto de emociones ahora. —Ya sabes lo que ha ocurrido — dije. Él me miraba atentamente, y quizá, a través de mí, a través de mis ojos, miraba a Amel. Pero Amel permanecía en silencio. Amel estaba aquí, como siempre lo estaría, pero no me llegaba nada de él. Tampoco salió una sola palabra de Gremt. Que este ser fuera, en efecto, un espíritu y no alguna especie de inmortal biológico, resultaba casi imposible de comprender. Parecía tremendamente
vital, enormemente complejo y lleno de sentimientos. Ahora mismo no se sentía cómodo. —Quiero que hablemos pronto — dije—; sentarme contigo, si lo deseas, y hablar a fondo: contigo, con Magnus y toda tu compañía. Volveré en cuanto pueda a mi hogar, al castillo de mi padre en Francia, donde nací. ¿Irás a vernos allí? No hubo respuesta de inmediato. Luego Gremt pareció sacudirse a sí mismo, como obligándose a espabilar, se estremeció levemente y habló por fin. —Sí —dijo—. Sí, gracias, sin la menor duda. Lo deseamos mucho. Perdónanos por molestarte sin previo
- Page 1726 and 1727: parisina de la corte. Trinity Gate
- Page 1728 and 1729: eposo en una tumba poco profunda pe
- Page 1730 and 1731: cualquier documento que valiera la
- Page 1732 and 1733: los jóvenes. Estaba exhausto. Ya l
- Page 1734 and 1735: Mekare albergar el Germen Sagrado,
- Page 1736 and 1737: vuestra disposición. Y luego yo os
- Page 1738 and 1739: ganarme el perdón de esta asamblea
- Page 1740 and 1741: observarlo fríamente, con los braz
- Page 1742 and 1743: disculpa sea aceptada. Eres miembro
- Page 1744 and 1745: —Nos espera a todos mucho trabajo
- Page 1746 and 1747: lágrimas. —¡Ay, ojalá estuvié
- Page 1748 and 1749: eres sin duda el maestro consumado.
- Page 1750 and 1751: extraordinario placer que solo los
- Page 1752 and 1753: de nosotros, a vivir aislados unos
- Page 1754 and 1755: ante mí en las cuevas doradas de l
- Page 1756 and 1757: obviamente, deseaba saber todo lo p
- Page 1758 and 1759: tranquila? Una oleada de alarma rec
- Page 1760 and 1761: Una larga pausa. Las mentes tan div
- Page 1762 and 1763: azos: solo faltaban unas trece hora
- Page 1764 and 1765: Nuestra conversación —repetí—
- Page 1766 and 1767: pañuelo de encaje en el cuello; cu
- Page 1768 and 1769: Sagrado. No vi ningún motivo para
- Page 1770 and 1771: mansión. —Debéis abandonar esta
- Page 1772 and 1773: podéis confiar en mí y de que, ju
- Page 1774 and 1775: en modo alguno. Gremt y Magnus iban
- Page 1778 and 1779: aviso. Ya me doy cuenta de que te e
- Page 1780 and 1781: Armand observaba la escena, arrimad
- Page 1782 and 1783: atractivos. Me vi obligado a pregun
- Page 1784 and 1785: El fantasma de Magnus, tan sólido
- Page 1786 and 1787: observaba y como ellos me observaba
- Page 1788 and 1789: frente a ellos. Estaba ahí, sí, p
- Page 1790 and 1791: saludaras y los invitaras a tu casa
- Page 1792 and 1793: Sevraine. Esta me dijo que habían
- Page 1794 and 1795: Por supuesto que lo estaban. —Sé
- Page 1796 and 1797: de qué serviría ponerse sentiment
- Page 1798 and 1799: debemos. Tampoco nosotros podemos s
- Page 1800 and 1801: sangre a modo de bendición. Y ser
- Page 1802 and 1803: los pájaros y el rumor de las voce
- Page 1804 and 1805: una de esas ciudades: todos aquello
- Page 1806 and 1807: Mahmoud se dirigía al mundo. Una p
- Page 1808 and 1809: neblinoso del Mediterráneo para ad
- Page 1810 and 1811: 31 Rose EL PUEBLO DE LA LUNA Y LAS
- Page 1812 and 1813: verdad, no sé quién es su padre»
- Page 1814 and 1815: «No queréis ocuparos de mí, ¿po
- Page 1816 and 1817: —Se está muriendo —dijo alguie
- Page 1818 and 1819: ¡Se le llenó la boca! Un gran gem
- Page 1820 and 1821: los labios abiertos sobre el cuello
- Page 1822 and 1823: con ellos y Pandora le puso los lab
- Page 1824 and 1825: dos solos, bajo la lluvia suave y c
inspiró una cierta simpatía, un<br />
sentimiento caluroso, porque atisbaba en<br />
él emociones que podía comprender.<br />
No, no parecía desprovisto de<br />
emociones ahora.<br />
—Ya sabes lo que ha ocurrido —<br />
dije. Él me miraba atentamente, y quizá,<br />
a través de mí, a través de mis ojos,<br />
miraba a Amel. Pero Amel permanecía<br />
en silencio. Amel estaba aquí, como<br />
siempre lo estaría, pero no me llegaba<br />
nada de él.<br />
Tampoco salió una sola palabra de<br />
Gremt. Que este ser fuera, en efecto, un<br />
espíritu y no alguna especie de inmortal<br />
biológico, resultaba casi imposible de<br />
comprender. Parecía tremendamente