El principe Lestat - Anne Rice
Nuestra conversación —repetí—. Y seguía, y seguía… —Bueno, pues ahora nosotros mantenemos «nuestra conversación», ¿no? —preguntó—. Y nuestra conversación se prolongará para siempre. No hay necesidad de apresurarse. Sentí que me rodeaba un gran calor, como si una manta de amor me hubiera envuelto por completo. —Sí —susurré—. Sí.
29 Lestat POMPA Y CIRCUNSTANCIA Al anochecer, se difundió la noticia de que iba a presentarme ante todos en una zona desierta del parque, oculta al mundo de los mortales. Y cuando ya me disponía a salir, vestido con un nuevo abrigo de terciopelo rojo, unos pantalones negros y unas botas estilosas que me llegaban a media pantorrilla (todo generosamente proporcionado por Armand), junto con un anticuado
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Nuestra conversación —repetí—. Y<br />
seguía, y seguía…<br />
—Bueno, pues ahora nosotros<br />
mantenemos «nuestra conversación»,<br />
¿no? —preguntó—. Y nuestra<br />
conversación se prolongará para<br />
siempre. No hay necesidad de<br />
apresurarse.<br />
Sentí que me rodeaba un gran calor,<br />
como si una manta de amor me hubiera<br />
envuelto por completo.<br />
—Sí —susurré—. Sí.