El principe Lestat - Anne Rice
volveré a estar solo». —No, nunca más —dijo la Voz—, nunca más volverás a estar solo. Miré de nuevo a los demás, reunidos ante mí, expectantes, sobrecogidos. Capté el mudo asombro de Marius, la confianza entristecida de Louis, el pasmo pueril de Armand. Percibí sus dudas, sus sospechas, sus preguntas, todas las inquietudes encubiertas en este momento por el puro asombro. Sí, lo sabía. ¿Y cómo me las arreglaría para explicar jamás cómo había llegado hasta este momento, yo, que había nacido a la Oscuridad por una violación, que había buscado la redención en un cuerpo
mortal prestado, que había seguido a espíritus todavía inexplicados a cielos inexplicables e infiernos de pesadilla, solo para volver a caer en la tierra, roto, maltrecho y derrotado? ¿Cómo explicar por qué esta audaz y terrorífica alianza me proporcionaría por sí sola la pasión necesaria para recorrer el camino de los siglos, de los milenios, de los eones, de un tiempo inexplorado e inconcebible? —Yo no seré el Príncipe de los Condenados —dije—. ¡No le doy ningún crédito a esa poesía antigua! No. Nunca. Ahora proclamamos que la Senda del Diablo es la nuestra, y le pondremos otro nombre para nosotros, para nuestra tribu y nuestro trayecto.
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- Page 1672 and 1673: dispuesto. Y así se lo he comunica
- Page 1674 and 1675: ahora también noto cuándo está a
- Page 1676 and 1677: —Pero ¿él lo desea? —pregunt
- Page 1678 and 1679: —¿Y si lo hago con un poco de ce
- Page 1680 and 1681: entrada —dijo—: llevaré a cabo
- Page 1682 and 1683: Se levantó de la mesa y me exhort
- Page 1684 and 1685: pero lo noto cuando no soy yo mismo
- Page 1686 and 1687: la chimenea. Estaba pensando en las
- Page 1688 and 1689: volvía a expandirse sin adquirir u
- Page 1690 and 1691: Adquirió ante mis ojos el tamaño
- Page 1692 and 1693: labios. Ahora el espejo entero esta
- Page 1694 and 1695: en las hojas, en los arbustos. —
- Page 1696 and 1697: fibra mi ser, presionando el crista
- Page 1698 and 1699: con las manos entrelazadas bajo el
- Page 1700 and 1701: —¿Qué otra posibilidad puede ha
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- Page 1706 and 1707: ahora parecía de piedra. Su cara s
- Page 1708 and 1709: ojo arrancado había caído al suel
- Page 1710 and 1711: amortiguado, a lo lejos. Su cuerpo
- Page 1712 and 1713: estuviera saliendo a borbotones de
- Page 1714 and 1715: se había derrumbado sobre el lado
- Page 1716 and 1717: mundo entero. Nunca habían parecid
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espíritus todavía inexplicados a cielos<br />
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solo para volver a caer en la tierra, roto,<br />
maltrecho y derrotado? ¿Cómo explicar<br />
por qué esta audaz y terrorífica alianza<br />
me proporcionaría por sí sola la pasión<br />
necesaria para recorrer el camino de los<br />
siglos, de los milenios, de los eones, de<br />
un tiempo inexplorado e inconcebible?<br />
—Yo no seré el Príncipe de los<br />
Condenados —dije—. ¡No le doy<br />
ningún crédito a esa poesía antigua! No.<br />
Nunca. Ahora proclamamos que la<br />
Senda del Diablo es la nuestra, y le<br />
pondremos otro nombre para nosotros,<br />
para nuestra tribu y nuestro trayecto.