El principe Lestat - Anne Rice
ciudades lejanas y que aún ansiaban el consuelo de sus palabras. No me costaba aislarme de eso. Y el reloj seguía dando campanadas, como si fuera un instrumento que yo tocara con mis propias manos. Me gustaban los relojes, debía reconocerlo. Entonces me llegó una visión de campos verdes y soleados. El zumbido suave y musical de los insectos y el murmullo de las hojas de los árboles. Las gemelas estaban sentadas juntas. Maharet me decía algo en la dulce lengua antigua, que yo encontraba muy divertido y reconfortante, pero las palabras se desvanecieron tan rápidamente como habían llegado.
En el pasillo, detrás de la puerta, sonaron unos pasos lentos, unos pasos pesados que hacían crujir las viejas tablas del suelo. También me llegó el sonido profundo de un poderoso corazón palpitante. Se abrió lentamente la puerta y apareció Mekare. Se había recuperado estupendamente desde la noche anterior. Llevaba una túnica negra de lana ribeteada de plata. Tenía su cabellera limpia, peinada y lustrosa. Alguien le había colgado del cuello un bello collar de plata y diamantes. Las mangas de su túnica eran largas y amplias, y la prenda ceñía exquisitamente su cuerpo aniñado, que
- Page 1654 and 1655: Yo me sentía muy orgulloso de mi a
- Page 1656 and 1657: era el espíritu que animaba a todo
- Page 1658 and 1659: malhechores, nunca a los inocentes.
- Page 1660 and 1661: destruirnos unos a otros. Eso nunca
- Page 1662 and 1663: —Esto es el principio —dije—.
- Page 1664 and 1665: Benedict iban a ser liberados. Hab
- Page 1666 and 1667: ofendía esta reunión tan civiliza
- Page 1668 and 1669: esos pensamientos. Así que este ne
- Page 1670 and 1671: desordenado, en el edificio central
- Page 1672 and 1673: dispuesto. Y así se lo he comunica
- Page 1674 and 1675: ahora también noto cuándo está a
- Page 1676 and 1677: —Pero ¿él lo desea? —pregunt
- Page 1678 and 1679: —¿Y si lo hago con un poco de ce
- Page 1680 and 1681: entrada —dijo—: llevaré a cabo
- Page 1682 and 1683: Se levantó de la mesa y me exhort
- Page 1684 and 1685: pero lo noto cuando no soy yo mismo
- Page 1686 and 1687: la chimenea. Estaba pensando en las
- Page 1688 and 1689: volvía a expandirse sin adquirir u
- Page 1690 and 1691: Adquirió ante mis ojos el tamaño
- Page 1692 and 1693: labios. Ahora el espejo entero esta
- Page 1694 and 1695: en las hojas, en los arbustos. —
- Page 1696 and 1697: fibra mi ser, presionando el crista
- Page 1698 and 1699: con las manos entrelazadas bajo el
- Page 1700 and 1701: —¿Qué otra posibilidad puede ha
- Page 1702 and 1703: dije, pidiendo paciencia con un ges
- Page 1706 and 1707: ahora parecía de piedra. Su cara s
- Page 1708 and 1709: ojo arrancado había caído al suel
- Page 1710 and 1711: amortiguado, a lo lejos. Su cuerpo
- Page 1712 and 1713: estuviera saliendo a borbotones de
- Page 1714 and 1715: se había derrumbado sobre el lado
- Page 1716 and 1717: mundo entero. Nunca habían parecid
- Page 1718 and 1719: y definidos: cada ser individual ir
- Page 1720 and 1721: volveré a estar solo». —No, nun
- Page 1722 and 1723: ¡Hemos vuelto a nacer! —Príncip
- Page 1724 and 1725: Cuarta parte El principado de la Os
- Page 1726 and 1727: parisina de la corte. Trinity Gate
- Page 1728 and 1729: eposo en una tumba poco profunda pe
- Page 1730 and 1731: cualquier documento que valiera la
- Page 1732 and 1733: los jóvenes. Estaba exhausto. Ya l
- Page 1734 and 1735: Mekare albergar el Germen Sagrado,
- Page 1736 and 1737: vuestra disposición. Y luego yo os
- Page 1738 and 1739: ganarme el perdón de esta asamblea
- Page 1740 and 1741: observarlo fríamente, con los braz
- Page 1742 and 1743: disculpa sea aceptada. Eres miembro
- Page 1744 and 1745: —Nos espera a todos mucho trabajo
- Page 1746 and 1747: lágrimas. —¡Ay, ojalá estuvié
- Page 1748 and 1749: eres sin duda el maestro consumado.
- Page 1750 and 1751: extraordinario placer que solo los
- Page 1752 and 1753: de nosotros, a vivir aislados unos
En el pasillo, detrás de la puerta,<br />
sonaron unos pasos lentos, unos pasos<br />
pesados que hacían crujir las viejas<br />
tablas del suelo. También me llegó el<br />
sonido profundo de un poderoso corazón<br />
palpitante.<br />
Se abrió lentamente la puerta y<br />
apareció Mekare.<br />
Se había recuperado estupendamente<br />
desde la noche anterior. Llevaba una<br />
túnica negra de lana ribeteada de plata.<br />
Tenía su cabellera limpia, peinada y<br />
lustrosa. Alguien le había colgado del<br />
cuello un bello collar de plata y<br />
diamantes. Las mangas de su túnica eran<br />
largas y amplias, y la prenda ceñía<br />
exquisitamente su cuerpo aniñado, que