El principe Lestat - Anne Rice
populares habían estado cubiertas de barro e inmundicia en su día, y las ratas habían sido tan dueñas de la capital como los seres humanos. Ahora los que se habían adueñado de las calles eran los gases de los coches. Pero en general tenía que reconocer que me sentía bien. Incluso fui al imponente Palais Garnier para asistir a una representación del Apollo de Balanchine, y deambulé por el lujoso vestíbulo y la escalinata, disfrutando de los mármoles, de las columnas, los dorados y los altos techos tanto como de la música. Mi París, mi capital, la ciudad donde yo había muerto y renacido, estaba enterrada bajo los
grandes monumentos del siglo XIX que contemplaba a mi alrededor, pero este aún seguía siendo el París donde había sufrido la peor derrota de mi vida inmortal. Y podía llegar a ser también la ciudad donde volviera a vivir cada noche, si lograba vencer mi tediosa tristeza. No tuve que esperar mucho a Jesse y David. La cacofonía telepática de los neófitos me permitió saber que David había sido visto por las calles de la Rive Gauche y, a las pocas horas, todos se habían puesto a cotorrear también sobre Jesse. Sentí la tentación de lanzarles a los
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- Page 140 and 141: Yo no la detuve. Luego alzó sus de
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- Page 148 and 149: él el alba inminente, pero yo ya e
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barro e inmundicia en su día, y las ratas<br />
habían sido tan dueñas de la capital<br />
como los seres humanos. Ahora los que<br />
se habían adueñado de las calles eran<br />
los gases de los coches.<br />
Pero en general tenía que reconocer<br />
que me sentía bien. Incluso fui al<br />
imponente Palais Garnier para asistir a<br />
una representación del Apollo de<br />
Balanchine, y deambulé por el lujoso<br />
vestíbulo y la escalinata, disfrutando de<br />
los mármoles, de las columnas, los<br />
dorados y los altos techos tanto como de<br />
la música. Mi París, mi capital, la<br />
ciudad donde yo había muerto y<br />
renacido, estaba enterrada bajo los