El principe Lestat - Anne Rice
desordenado, en el edificio central de Trinity Gate, repleto de mapas y globos terráqueos, de montones de revistas y periódicos, además de las estanterías de libros que cubrían las paredes. Marius estaba sentado ante una vieja mesa de roble desvencijada y manchada de tinta, enfrascado en un volumen enorme sobre la historia de la India y el sánscrito. Se había puesto una de esas sotanas que solían llevar Seth y Fareed, aunque él había escogido una tela de terciopelo de un rojo vivísimo. No tenía ni idea de dónde la habría sacado, pero no podía resultar más característica de él. Llevaba su larga cabellera suelta sobre los hombros. Bajo este techo, no hacían
falta disfraces ni detalles modernos para pasar desapercibido. —Sí —dijo—, esos dos aciertan plenamente en lo que se refiere a vestimenta, no cabe duda. Por qué me habré molestado yo en llevar esas prendas bárbaras, nunca lo sabré. Hablaba como un romano. Y con lo de «prendas bárbaras» se refería a los pantalones. —Escúchame —dije—. Viktor y Rose deben recibir la Sangre. Y yo confío en que te encargues tú. Tengo mis motivos para pensar así, pero ¿qué te parece ser el escogido? —Ya he hablado con ellos —dijo—. Me siento honrado y totalmente
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desordenado, en el edificio central de<br />
Trinity Gate, repleto de mapas y globos<br />
terráqueos, de montones de revistas y<br />
periódicos, además de las estanterías de<br />
libros que cubrían las paredes. Marius<br />
estaba sentado ante una vieja mesa de<br />
roble desvencijada y manchada de tinta,<br />
enfrascado en un volumen enorme sobre<br />
la historia de la India y el sánscrito.<br />
Se había puesto una de esas sotanas<br />
que solían llevar Seth y Fareed, aunque<br />
él había escogido una tela de terciopelo<br />
de un rojo vivísimo. No tenía ni idea de<br />
dónde la habría sacado, pero no podía<br />
resultar más característica de él.<br />
Llevaba su larga cabellera suelta sobre<br />
los hombros. Bajo este techo, no hacían