El principe Lestat - Anne Rice

09.12.2015 Views

herrumbrosos. Todo rastro de vida humana o vampírica había quedado borrado. Lo cual significaba que las gemelas se habían desvanecido y que ni siquiera David Talbot sabía dónde estaban: ni siquiera él, que tan fascinado y tan poco intimidado estaba por ellas, y que tanto deseaba aprender cuanto pudieran enseñarle. Y ahora David estaba llamando a Jesse Reeves y suplicándole que se reunieran en París. «Confidente pelirroja, necesito verte; tengo que averiguar por qué no consigo encontrarte». Hay que tener presente que fui yo

quien convirtió a David en vampiro, por lo cual no puedo escuchar sus mensajes telepáticos directamente, aunque sí puedo captarlos a través de otras mentes, como sucede con harta frecuencia. En cuanto a Jesse, ella era una vampira neófita, sí, una neófita iniciada la noche de mi parodia de concierto de rock en San Francisco, unas décadas atrás. Pero la habían iniciado su estimada tía Maharet, antepasada de Jesse, y un guardián vampírico que, como ya he explicado, tenía en sus venas una buena dosis de la Sangre más antigua y más potente del mundo. Así pues, Jesse no era una neófita

quien convirtió a David en vampiro, por<br />

lo cual no puedo escuchar sus mensajes<br />

telepáticos directamente, aunque sí<br />

puedo captarlos a través de otras<br />

mentes, como sucede con harta<br />

frecuencia.<br />

En cuanto a Jesse, ella era una<br />

vampira neófita, sí, una neófita iniciada<br />

la noche de mi parodia de concierto de<br />

rock en San Francisco, unas décadas<br />

atrás. Pero la habían iniciado su<br />

estimada tía Maharet, antepasada de<br />

Jesse, y un guardián vampírico que,<br />

como ya he explicado, tenía en sus venas<br />

una buena dosis de la Sangre más<br />

antigua y más potente del mundo. Así<br />

pues, Jesse no era una neófita

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